sábado, 26 de marzo de 2011

La energía limpia, barata y segura deja de serlo en el país de las maravillas

Han pasado ya más de dos semanas desde que Japón sufrió el terremoto más grave de su historia contemporánea y aquellas cifras iniciales de escaso impacto pese a la violenta acción de la naturaleza se han desbaratado. Los muertos ya se cuentan por miles y las víctimas, si contamos desaparecidos y desahuciados, por decenas de miles.
La energía más limpia y más barata, confiada a la ingeniería más segura, ha dejado de serlo. Los versos del Heike Monogatari, nunca fueron tan ciertos: “Como el sueño de una noche de primavera, así de fugaz es el poder del orgulloso”. Y los mares del Japón, los campos del Japón, los aires del Japón, se infectan otra vez más con el veneno invisible de la radiactividad. Ahora ya no es una guerra total la causante del desastre. Tampoco lo fue el terremoto ni el Tsunami, no nos engañemos. Es el afán de consumo sin fin de una sociedad a la que le seducen los neones y las pantallas de diodos led en las plazas públicas o la alta velocidad. La electricidad no es la energía limpia que nos quieren hacer creer. Es la energía que no mancha donde se consume, sino donde se produce. Galicia tiene la chimenea más contaminante del mundo, la que llena de lluvia ácida el Courel y el Geres, para que el metro de Madrid sea un modelo de transporte público y limpio (de ecológico nada) y para que las facturas de la electricidad que contamina en Galicia dejen el IVA en Cataluña. Lo demás es pura propaganda.
La naturaleza es cruel, a tenor de la devastación que es capaz de provocar. Sin embargo hay algo todavía más terrible que un terremoto de grado nueve en la escala de Richter: la avaricia humana. Ésta no tiene medida, ni grados. No es tan ruidosa como un terremoto pero los daños que causa pueden ser mucho más sobrecogedores. La energía nuclear aporta el 30 por ciento de la electricidad que se consume en Japón. Hoy día disponemos de tecnología suficiente como para ahorrarnos ese 30 por ciento y borrar de la faz de la tierra la energía nuclear. Pero ¿qué sería de las grandes corporaciones que detentan el poder energético en el mundo? Por eso, yo, y como yo millones de personas en todo el mundo no podremos obtener de nuestro tejado la energía eléctrica que necesitamos, no sucederá mientras haya quienes puedan enriquecerse del monopolio del miedo. Porque esa es otra, Si es tan limpia y tan segura ¿por qué no puede haber centrales nucleares en Irán, o en Libia, o en Afganistán? ¿Por qué no pueden tener electricidad barata en Somalia o en Uganda?
Japón restañará sus heridas tras el terremoto y el tsunami, como lo hizo con anteriores desastres naturales. Pero la radiación seguirá ahí durante cientos de siglos. La huella de la energía nuclear es un zarpazo que nos sobrevivirá con una cicatriz incurable.