viernes, 13 de abril de 2012

Renfe y Adif, piratas del patrimonio ajeno (el nuestro)

Esto es lo que queda de la estación de Vigo, la que nos robaron. Porque era nuestro patrimonio.
Hace unas semanas leí que habían devuelto a España (en realidad al gobierno de España, que no es lo mismo) un cargamento de monedas de oro de un galeón hundido que había rescatado de manera pirata una de esas empresas que se dedican a hurgar en el fondo marino para encontrar  los tesoros que otros perdieron unos cuantos siglos atrás. No recuerdo más datos del asunto. Lo cierto es que tampoco le había prestado más atención que el titular y su entradilla a la noticia. Recuerdo, eso sí, que la restitución fue consecuencia de una sentencia judicial que puso a los piratas en su sitio y las monedas de oro al recaudo del patrimonio del Estado. Sospecho que ese tribunal estaba fuera de nuestras aguas jurisdiccionales. De lo contrario, aquí se pondría las botas condenando piratas.
Buena parte de las piedras labradas por los canteros que trabajaron en el ferrocarril Vigo-Ourense fueron expoliadas con la negligente complicidad de Renfe y Adif.

El primer pirata, el que tengo más cerca de casa se llama Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, más conocido por su acrónimo Adif, heredero de otro pirata y otro acrónimo que se llamaba Renfe. Entre esos dos piratas, cuya obligación social es administrar y conservar el patrimonio ferroviario, el segundo además tiene por obligación transportar viajeros y mercancías por ferrocarril, han usurpado al pueblo de Vigo uno de sus más preciados bienes de interés cultural: la antigua estación, inaugurada en 1881 y declarada Bien de Interés Cultural en 1990, mes arriba, mes abajo. Recuerdo que por aquellos años había un grupo de vigueses de pro entre los que se encontraban el arquitecto Jaime Garrido, el escultor Eiravella y el último apóstol de la revolución universal Xosé Luís Méndez Ferrín, defendiendo la integridad amenazada de dos iconos de la ciudad: el Palacio de Justicia, que querían demoler para instalar allí una plaza diseñada y ya pagada a un arquitecto entonces de fama llamado Bofill, y la estación del ferrocarril, sustituida desde 1987 por una bastante anodina que no llegó ni a cumplir sus bodas de plata puesto que fue demolida el año pasado. En la parte que me fue posible, y desde las páginas de Faro de Vigo, periódico en el que trabajaba entonces, intenté recoger todos los argumentos en defensa de aquellos dos inmuebles que, por fin, fueron declarados bienes de interés cultural y por tanto, supuestamente, indestructibles. El palacio de justicia y antigua cárcel fue desmontado y vuelto a restaurar convertido en Museo de Arte Contemporánea. La estación también fue desmontada pero nunca llegó a rehabilitarse. ¿Dónde están las piedras de la estación? La mayoría fueron robadas del lugar en el que de manera muy negligente fueron almacenadas por la entonces responsable de su conservación y custodia que era Renfe. Apiñadas en montones en un lateral de la estación de Redondela, esas piedras fueron desapareciendo. Llegó Adif con sus planes de convertir las estaciones en multinegocios y siguió haciendo la vista gorda mientras las piedras de la estación de Vigo desaparecían y sus montones apilados en Redondela iban menguando de manera considerable.
Millones de viajeros, entre ellos dos reyes de España, utilizaron esta estación que nos han robado.
¿Quién va a devolvernos la estación? ¿Quién va a exigir las responsabilidades penales y civiles por esa dolosa negligencia en la custodia de un patrimonio que era de todos nosotros? Y lo que es más importante: ante la dudosa y difícil posibilidad de que alguien exija esas responsabilidades ¿quién las va a pagar?
Yo quiero mi estación. Mi estación centenaria, austera, modesta, como correspondía a una ciudad que no despilfarraba en fastos ni en faraonismos, hasta que los piratas comenzaron a robarle su patrimonio mientras los megalómanos se entretenían encargando proyectos que no tenemos dinero para pagar.
A ver, que me la devuelvan.

2 comentarios:

  1. EN ESA ESTACION NACE MI ABUELA TERESA DE CASTRO EN 1885, DECIA QUE HABIA UN FANTASMA CUANTAS COSAS ME CONTO. PERDONALOS SEÑOR NO SABEN LO QUE HAN HECHO. LO QUE HACEN SI

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  2. ¡Qué pena! Y que falta de responsabilidad en las Administraciones Públicas.

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