miércoles, 20 de agosto de 2014

Casa Vella, para comer a precios de casa en la calle más turística de Vigo

La pizarra lo dice todo: un buen menú por 11,50 euros.
Llevaba meses pensando que tendría que escoger un restaurante de Vigo para esta sección y no me atrevía. Para un vigués es difícil elección pues hay muchos buenos y algunos con excelentes menús del día. La solución vino de la mano de un amigo que me llevó a uno al lado del mercado de A Pedra, en plena calle de las ostras. El tópico gastronómico de Vigo que, a priori no habría tenido en cuenta porque es más propio de turistas que de nativos. El restaurante elegido se llama Casa Vella. Un pequeño establecimiento, acogedor, con un servicio excelente y una cocina muy bien elaborada, tanto en la carta como en el menú del día.
El menú ofrece una variedad de primeros interesante. El día que fui a comer tenía en la pizarra una crema de zanahoria, que además de muy saludable estaba muy buena, ensalada de patata y una filloa rellena de marisco de la que salían platos a pares de la cocina, pues era el primero más demandado por un nutrido público heterogéneo: trabajadores de la zona, turistas y otras gentes que, como era nuestro caso, fuimos allí a charlar mientras comíamos.



La filloa rellena de marisco es un éxito entre los primeros platos. La fideuá marinera está muy bien surtida de productos de la ría. ©F.J.Gil

Los segundos tampoco se quedaban a la zaga: no parecen propios de un menú: Pez espada a la plancha con alioli, confit de pato y fideuá marinera. Opté por esta tercera posibilidad y no me arrepentí: los fideos estaban en su punto y contagiados de una sinfonía de sabores marineros que le aportaban las almejas, los mejillones, los berberechos y algún que otro calamar. Extraordinaria en calidad y en cantidad. Una ración abundante de la que solo di cuenta de la mitad y me ofrecieron la posibilidad de llevarme el sobrante. Es la segunda vez que me encuentro con esta solución que me parece una medida que deberían imitar todos los restaurantes.
El final permite elegir entre postre o café. Lógicamente, yo siempre prefiero el postre y en este caso me dejé llevar por el consejo de las cañitas fritas rellenas de crema. Riquísimas. ¿Cómo es que nunca había comido allí? Le di las gracias a mi amigo por descubrirme un restaurante sorprendente en mi propia ciudad: calidad y precio en una relación magnífica, abundante y muy buen servicio.



Merluza a la gallega, un clásico de la carta.
La calle de las ostras es un icono de Vigo para la mayoría de los turistas. A su alrededor hay muchos establecimientos con "ganchos" que te ofrecen mariscadas míticas... "pasen, verán que bien comen". Pero al que fuimos no tenía ningun personaje de esos a la puerta, sino una pizarra con el menú expuesto: nada de palabras, hechos concretos y precios transparentes. La calidad y la decencia terminarán por imponerse frente a la palabrería.

Fachada de Casa Vella en la calle Pescadería, que es la de las ostras. ©F.J.Gil.
La ficha:
  • Nombre: Casa Vella.
  • Dirección: Pescadería, 1. (Calle de las ostras) 36202 Vigo.
  • Teléfono, 986 43 31 21
  • Menú del día: 11,50 euros.
  • Incluye: Primero, segundo, tercer plato, postre, café y bebida.
  • Ofrece comidas a la carta con buena relación de calidad y precio en pescados y mariscos de la ría.
  • Calificación:
    • Muy buena relación calidad/precio, tanto en menú como en carta y una atractiva carta de vinos.
    • Acogedor, cocina bien elaborada y platos abundantes.

    martes, 19 de agosto de 2014

    Iberdrola no me toques la pirola

    Recuerdo con simpatía la canción de Siniestro Total “Ayatollah no me toques la pirola”. Siniestro era un grupo que contaba en clave de punk rock lo que sucedía en aquellos años de la década de 1980. La música, convenientemente cargada de sátira se convierte en un arma de destrucción masiva contra el poder, capaz de inspirar al resto de los mortales. Nada más gráfico respecto a lo que les esperaba a los consumidores gallegos cuando se produjo la fusión entre Unión Eléctrica y Fenosa que el nombre de aquel grupo de rock en el participaba de manera protagonista el grandísimo Germán Fandiño, hoy Tony Lomba, que se llamaba Unión Penosa.
    Embalse de As Portas en Vilariño de Conso. Los vecinos de este municipio tienen tres embalses, entre ellos el segundo más grande de Galicia, que es al que corresponde esta fotografía y uno que les arrasó la morrena de un antiguo glaciar. Sin embargo, sufrir semejante impacto ambiental no les supone que la luz les salga más barata.©F.J.Gil
    Galicia vive inmersa en la desgracia eléctrica. Somos un país que produce un tercio más de la electricidad que necesita. ¿Exportadores? No. Explotados. Seríamos exportadores si la electricidad fuese nuestra. Pero es de Gas Natural-Unión Penosa, de Iberdrola, Endesa, etcétera. Todas ellas son compañías que tienen su domicilio fiscal en Cataluña, el País Vasco… y por tanto, los impuestos que liquidan cada uno de los consumidores de esa energía enriquecen las arcas del fisco de esas comunidades. Esa es la primera injusticia del sistema eléctrico que nos toca padecer.
    La segunda injusticia se refiere al precio. Todos los productos tienen un precio basado en sus costes, lo que hace que si el lector quiere comprar un kilo de patatas gallegas, le saldrá por veinte céntimos en Xinzo de Limia y por un euro en Cuenca. Si lo que compra es un litro de gasolina, es más barata en Brunei que en Monforte de Lemos. Pero, en cambio, el kilowatio/hora lo paga igual el pensionista que vive en Os Peares, a trescientos metros de la central hidroeléctrica, que el señorito que se está tomando unas anchoas con txacolí en una terraza de la playa de la Concha en San Sebastián.
    Y eso nos lleva a la tercera injusticia. Porque a igual precio, la electricidad, de la que somos productores excedentarios y exportadores, nos cuesta más cara a los gallegos que hemos de cargar con la lluvia ácida de las centrales térmicas de As Pontes de García Rodríguez y de Meirama y con la transformación del paisaje y la fauna de todo nuestro patrimonio hidrológico. Ya no hay anguilas, ni truchas, ni salmones más allá del primer valladar de Frieira en el Miño, condenando al padre de los ríos gallegos y a todos sus afluentes que ya no reciben las visitas de esas especies: Arnoia, Avia, Búbal, Sil y una larga lista de damnificados.
    Así pues, pagamos más cara la luz porque a igual precio a nosotros nos cuesta nuestro paisaje y nuestro medio natural. El metro de Madrid y sus trenes de cercanías no son medios de transporte limpios. Simplemente tienen las chimeneas a seiscientos kilómetros de distancia: en Galicia.
    Así pues, que Iberdrola no nos toque la pirola. Ni Unión Penosa, ni Endesa ni toda esa caterva de depredadores que cuentan con el apoyo de políticos agradecidos a los que sientan en sus consejos de administración o en sus comités asesores. Los recursos naturales gallegos enriquecen sus cuentas bancarias y aquí no dejan ni un céntimo de su valor añadido. Galicia es energéticamente sostenible y autosuficiente: con la potencia generada por las centrales hidroeléctricas, si actualizasen sus sistemas de generación, y las eólicas no precisaría tener en funcionamiento ninguna central térmica. Si no fuera, claro está, por la que hay que mandar a la España rica, a la que recauda el iva de nuestra electricidad y a la que llega como energía límpia.

    miércoles, 2 de abril de 2014

    Posta de Sol: un restaurante para comer bien y barato en Cambados



    El comedor estaba muy concurrido con personas del lugar y alrededores. ©Sesé Ares.

    Cuando llegas a una villa como Cambados, con tantos restaurantes, vinotecas, taperías... caben dos opciones: hacer un recorrido por sus calles, viendo precios y menús, o confiar en la información que nos pueda brindar alguien a quien le preguntemos. Siempre que puedo, me inclino por lo segundo. Llegué en plena marea baja, con un ejército de mariscadoras a punto de ponerse a la faena y me pareció que nadie mejor que ellas, sacrificadas trabajadoras del mar, para darme el mejor diagnóstico. Me recomendaron Posta do Sol, justo frente a donde estábamos. A la orilla misma de la ría de Arousa. El precio subía un poco del que normalmente se maneja en los menús del día. Pero fue tan vehemente en su defensa que no opuse resistencia. Cuando llegué al local tuve la sensación de haber estado allí antes. No era un déjà vu. Realmente había comido allí años atrás. Enseguida me acordé de la imagen del lugar y de los santiaguiños y la centolla  que habían caido en aquella ocasión.

    La antigua cocina fue convertida en un elemento decorativo del comedor. ©Sesé Ares
    El comedor estaba casi lleno y ofrecía un aspecto acogedor, hogareño, con las cortinas con sus puntillitas en las ventanas y una cocina hoy convertida en un atrezzo decorativo, que exibía una limpieza inmaculada, como el resto del establecimiento, incluídos los aseos.
    Ya en la mesa, todo estaba perfecto y me llamó la atención que las servilletas eran de hilo con un fino bordado de vainica doble. El menú ofrecía no dos, sino tres platos más postre y café. En el primero había sopa, caldo, ensalada o espárragos con mahonesa. De segundo, empanadas de zamburiñas, de xoubas o una vieira. De tercero, había pescados a la gallega o a la romana, o filete o milanesa o callos. Opté por la vieira al horno, elaborada con cebolla, pan rallado... pero sin tomate, tal como a mi me gusta. Vi pasar varias empanadas con buen aspecto. De tercero, callos. ¡Y qué callos! De los mejores que tomé en mi vida. A pesar de existir una oferta variada de postres, todos caseros, tras una comida tan copiosa el flan me pareció lo más suave.


    Arriba, vieiras a la viguesa. Abajo, unos callos con sus garbanzos, chorizos, pata... y un sabor delicioso. Los callos solo se deben comer en restaurantes que demuestren una esmerada limpieza y el Posta do Sol de Cambados es de una limpieza impecable. ©F.J.Gil

    El continente estuvo a la altura del precio. El contenido, es decir el menú, no se quedó atrás. El servicio le añadió un toque familiar. Pero todavía hay un cuarto mérito: en vez de una botella de mal vino, el menú del día incluía una copa de un vino aceptable y con denominación de origen. El Albariño incluido en el menú era el mismo que hace algunos años servían en la primera clase de American Airlines.
    Diagnóstico: calidad y cantidad, buena casa y servicio muy atento a un precio perfectamente justificado. Un lugar en el que el menú del día exhibe igual calidad y trato que la comida a la carta.
    La ficha:
    • Nombre: Posta do Sol.
    • Dirección: Ribera de Fefiñanes, 22, 36630 Cambados. Teléfono, 986 54 22 85
    • Menú del día: 14 euros.
    • Incluye: Primero, segundo, tercer plato, postre, café y bebida.
    • Ofrece comidas a la carta con buena relación de calidad y precio en pescados y mariscos de la ría.
    Calificación:
    • Ambiente acogedor, buena calidad y extraordinaria limpieza.
    • Excelente relación calidad/precio.
     

    lunes, 31 de marzo de 2014

    Un aeropuerto para Adolfo Suárez

    Foto Balta32
    Ya está perpetrado. Me refiero al cambio de nombre del aeropuerto de Madrid. Imagino que muchos lo considerarán ir contra corriente, pero a mí me parece un disparate que para lavar la conciencia de quienes odiaron o, en el mejor de los casos, ignoraron en vida a Adolfo Suárez le tributen un reconocimiento póstumo propio de insensatos olvidadizos. Esto me suena a alguien que se olvida de comprar un regalo y a última hora envuelve en papel de charol una figurita de Sargadelos que tenía en una estantería.
    No es serio. No es serio andar cambiando los nombres de las cosas ni de los lugares. El aeropuerto de Madrid se llama Barajas. Ya tiene nombre. Como lo tienen el de Barcelona, el de Santiago… el de Redondela, que también es de Vigo y de Mos, se llama Peinador como el antiguo apeadero del ferrocarril inconcluso entre Vigo y Mondariz, en honor a Enrique Peinador, el promotor de aquel trazado y del balneario de Mondariz.
    Entre los argumentos peregrinos que he escuchado a favor del cambio de nombre está el de que los países de nuestro entorno le dedican sus aeropuertos a presidentes: Charles De Gaulle, Kennedy, Sa Carneiro… En Francia no se les ocurrió cambiarle el nombre a Orly cuando murió De Gaulle en 1970. Esperaron a 1974 e inauguraron el aeropuerto de Roissy con el nombre del que fuera general y presidente de la república. En Estados Unidos, Kennedy lleva el nombre de uno de los tres o cuatro aeropuertos de Nueva York (y también un portaviones). Pero hablamos de jefes de estado, no de jefes de gobierno, que es lo que era Suárez. Y en Portugal, que tienen un humor negro extraordinario, le pusieron el nombre del aeropuerto de Porto a un jefe de gobierno que murió en accidente aéreo. Pero no conozco a nadie de mi entorno, y son muchos los que van a ese aeropuerto a coger aviones, que le llamen Sa Carneiro. Todo el mundo dice Aeropuerto de Porto (o de Oporto), supongo que porque no es muy saludable mentar a un muerto en un avión cuando vas a coger un vuelo.
    Además de un despropósito, el cambio de nombre al aeropuerto de Barajas es un acto de mala conciencia. La mayoría de los políticos españoles ya daban por muerto a Adolfo Suárez. Lo habían enterrado en 1991 cuando desapareció del mapa el Centro Democrático y Social, su último experimento fallido. Aquella fue su muerte política. Suárez fue como Gorbachov, como Moisés, el hombre instrumento. Moisés llevó al pueblo de Israel por el desierto. No se habría ganado la vida como guía de grupos pues los mareó durante cuarenta años de aquí para allá cuando el viaje tendría que haberlo zanjado en unas semanas. Hoy todo el mundo habla bien de Moisés, hasta se le dedicó una película protagonizada por Charlton Heston. Pero lo cierto es que a Moisés lo castigaron sin entrar en la tierra prometida. A Gorbachov le dieron el premio Nobel de la Paz, como artífice de la “democratización” de la URSS. Tenía la virtud de caer bien y la desgracia de hacerlo todo bastante chapuceramente, aunque con buenas intenciones. De aquellos polvos vienen ahora estos lodos, como el asunto de Ucrania y Crimea. Y de Suárez ¿qué os voy a decir? Fue el elegido por el Rey para desmontar el franquismo. Hizo su papel tan bien como supo, pero en el camino fue convirtiendo en enemigos hasta a sus propios amigos. Puede que nadie quiera recordarlo ya, pero en el “ruxe ruxe” que había antes de su dimisión y que tenía por objetivo quitarlo de en medio con un “gobierno de salvación nacional” estaban todos en el ajo: militares, socialistas, centristas… Lo que sucedió es que en España hasta las conspiraciones se hacen a cámara lenta y antes de conseguir que Armada fuese presidente, Suárez ya había dimitido. El golpe de estado fue un ejemplo de que inteligencia y militar son dos palabras que no encajan, como agilidad burocrática, dos oxímoros. Y para cuando Tejero enseñó su bigote en el Congreso ya se habían desapuntado de la intriga la mayoría de los conspiradores. El mandato de Suárez, no podemos olvidarlo, comenzó como una brillante epopeya pero acabó como un sainete.
    Hay cosas que no las lava ni el jabón ni el cambio de nombre de un aeropuerto.

    sábado, 29 de marzo de 2014

    Cuarenta años de una hora menos

    Reloj de la Cámara Municipal de Barcelos. Está dividido en 24 horas, tal como establecía la convención internacional de Washington de 1884. ©F.J.Gil
    En la primavera de 1974 España adelantó el reloj por primera vez en muchos años. La crisis del Petróleo, que había comenzado el año anterior y que había subido el precio del barril (de manera irrisoria si consideramos los precios de hoy día), fue el impulso para tomar esa decisión política que, desde entonces se aplica de manera ininterrumpida y nos roba una hora de primavera y nos aleja una hora más de la hora real, la solar, a la que vivimos a los que estamos al Oeste del meridiano de Greenwich.
    Hoy casi nadie lleva reloj. Se fía de la hora del móvil, del coche o del ordenador. Pero hace cuarenta años, en la sociedad analógica, la hora podía llegar a ser motivo de discusión.
    --¿Qué hora es?
    --Yo tengo las dos y cuarto.
    --Son y veinte.
    --El mío está por el reloj de la caja de ahorros.
    --El mío por las señales horarias de Radio Nacional.
    La hora exacta fue una cuestión que no preocupó a nadie durante siglos. La medida del tiempo era una labor que se confiaba a astrónomos. En España, el Observatorio Astronómico Nacional tenía un telescopio dedicado a fijar la hora todos los días a mediodía: el momento en el que el Sol pasaba por su cénit. Un el disparo de un cañonazo avisaba de que eran las doce del día por el meridiano de Madrid y en Palacio y en aquellos edificios oficiales que tenían reloj se corregía la hora si era necesario. Pero ese era el horario de Madrid. En el resto de España había una hora diferente en cada ciudad, en cada villa. El Sol pasaba por su mediodía a distinta hora en el puerto de Vigo, donde podía haber un marino capaz de fijar la hora con un instrumento de medición adecuado, que en el de Barcelona o en el de Sevilla. Y lo mismo sucedía en Londres, Dublín, París, Lisboa…
    La hora oficial nació con la necesidad de unificar los horarios de los ferrocarriles durante el siglo XIX. Cada estación tenía su propia hora. Aquí vemos uno de los relojes de los andenes de la estación de Redondela. Todos los relojes de una misma estación estaban sincronizados. Y teóricamente siguen así, aunque en Redondela hace meses que no funcionan los relojes de los andenes. ©F.J.Gil

    La preocupación por unificar horarios surge cuando se extiende el ferrocarril. Era necesario disponer de una manera eficaz de fijar los horarios de los trenes, que viajaban de una ciudad a otra. Estados Unidos y Reino Unido fueron los primeros países en adoptar medidas unificadoras para disponer de horarios de ferrocarriles que fuesen efectivos. A finales del siglo XIX se fija la convención internacional de los husos horarios para marcar de manera universal un horario oficial a partir de un meridiano, el meridiano cero, que se adoptó en Washington en octubre de 1884 y que se situaba en el meridiano que pasaba por el Observatorio Astronómico de Greenwich. La medida se completaba con la división del globo terráqueo en 24 husos horarios correspondientes a otras tantas horas. Cada huso horario es una semicircunferencia que divide desde entonces y de manera perpendicular en 15 grados cada uno de los paralelos terrestres, las circunferencias paralelas al Ecuador que se trazan desde ambos polos.
    Dubrovnik, la perla del Adriático, en 1984, antes de las guerras balcánicas que hicieron desaparecer Yugoeslavia. Tenemos el mismo horario que las ciudades croatas, aunque estemos 23 grados al Oeste de la costa de Dalmacia. ©F.J.Gil
    Por ese motivo, España tendría que estar incluida en el huso horario de Greenwich, la hora oficial universal, pues el meridiano 0 pasa por Castellón y ampara, hacia el Oeste todo el territorio de la Península Ibérica y las Islas Canarias. Redondela, Vigo, Pontevedra, A Coruña… están ocho grados al Oeste de Greenwich, al igual que Porto o Viana do Castelo. Y aunque el Sol llega a mediodía 32 minutos más tarde a las rías bajas que a Londres, no tenemos la hora de Londres, ni la de Greenwich, que es la hora oficial de Europa Occidental, sino la de Berlín, que está 21 grados al Este del meridiano de Redondela, la misma que Zadar, la ciudad croata famosa por sus canales, lo que le valió el sobrenombre de la Venecia Oriental. La vida discurre 92 minutos antes en la Venecia Oriental que en la Venecia Occidental, que es Redondela. Eso explica que nosotros tengamos horarios tan estrambóticos para trabajar, comer y cenar. Es la manía de querer vivir a un horario que no es el nuestro. Somos una cultura atlántica con horario del mar Adriático. Un disparate. Y ahora con el cambio de hora, todavía más.
    Puesta del Sol en el Adriático, a la altura de Zadar. Allí el Sol se pone 92 minutos antes que en las Cíes, pero tenemos el mismo horario. Un disparate. ©F.J.Gil
     

    miércoles, 29 de enero de 2014

    Os Pirús, Arbo. Menú flojo y caro

    Un amplio y luminoso comedor auguraba una mejor comida de la que en realidad ofrecieron. ©F.J.Gil
    Cuando busco un restaurante, antes de preguntar, me gusta guiarme por el instinto. Una pista que creo que utilizamos todos es ver cómo está de lleno o de vacío el estacionamiento. En el caso que nos ocupa hice eso. En realidad, este restaurante era mi segunda opción, pues solía ir a otro en Arbo al que, cuando llegué, encontré cerrado. Seguí ruta y vi "Os pirús", un nombre simpático que presenta el término con el que se conocen los pavos en portugués, y también en algunas zonas de Galicia: los perús, seguramente, por asociación al origen americano de los mismos. Los ingleses creían que habían venido de turquía y por eso les llaman turkeys.
     
    Pero volvamos a lo nuestro. Para ser un día de semana, había muchos coches en la puerta y ese es un dato a tener en cuenta. Lo cierto es que el comedor tenía bastantes mesas ocupadas, pese a que el precio, 12,50 no era de los más baratos para un menú del día, y la carta iba en consonancia. Al entrar, vimos un lugar amplio, bien iluminado, con mesas con cierta distancia unas de otras lo que te permite comer con intimidad, aunque sea en el comedor de un restaurante y una limpieza que se hacía patente en todas las estancias, incluyendo los baños, que es importante. Hasta aquí lo bueno. Ahora llega la decepción: los primeros platos parecían sugerentes. Optamos por unos pimientos rellenos de bacalao y unas fabas con almejas. La oferta de los segundos era más propia de una cafetería urbana: filetes de merluza rebozada o milanesa de ternera (que es la manera fina de llamarle a un bistec de ternera empanado). El filete estaba extremadamente frito y empanado y, por tanto muy seco.

    A las fabas con almejas le faltaban cocina y substancia. ©F.J.Gil

    Estuve a punto de pedir que me diesen dos primeros en vez de un primero y un segundo, pero la verdad es que hice bien en no optar por esa alternativa. Las fabas con almejas tenían fabas y almejas, pero no sabían a fabas con almejas, solo a fabas que, además estaban sin terminar. A los pimientos rellenos también les faltaba un tiempo de cocción y todavía estaban duros. En fin, qué dinero tan poco disfrutado.

    Al día siguiente, le comenté a un conocido que tiene una bodega en la zona mi decepción con el establecimiento. No se sorprendió, pues ya lo conocía: "Es un buen sitio para comer, la pena es la comida", me dijo.
     
    Desde allí está muy cerca el puente internacional que une Arbo con Melgaço, al otro lado del río y ya en tierras portuguesas. También se encuentra a un paso el centro de interpretación del vino y la lamprea.
     
    La Ficha:
    • Nombre: Os Pirús.
    • Carretera de la Estación s/n. 3430 Arbo (Pontevedra)Teléfono: 986 66 34 71.
    • Menú del día: 12,50 euros.
    • Incluye: primero, segundo, postre, café y bebida.
    • Ofrece comidas a la carta.
    Calificación:
    • Limpieza y trato correcto. Amplio y luminoso comedor.
    • Escasa oferta de menú del día y calidad muy por debajo de su precio.





    jueves, 23 de enero de 2014

    El tren hotel(ucho) y el resto de los gallegos se quedan sin restaurante

    
    El Alvia Vigo Madrid en un tramo cercano a Arbo. Ana Pastor quiere que ahorremos dinero y llevemos la comida de casa. Por eso retiró los restaurantes de los trenes gallegos. ©F.J.Gil
    La ministra de Fomento no es buen pastor para los trenes. Por cada paso que da hacia adelante –y ha dado algunos muy relevantes– da otros dos hacia atrás. El último, por el momento, fue la desaparición del servicio de restaurante en los trenes de largo recorrido. Ni los viajeros de preferente de los rápidos diurnos podrán volver a comer sentaditos en su asiento, ni los viajeros de cualquier clase podrán hacerlo en el restaurante, o cenar en el restaurante del tren hotel. Desde el pasado 1 de diciembre de 2013, los restaurantes han sido sustituidos por garitos en los que se puede comprar bocadillería y bollería industrial a precio de estrella michelín. Dicen que quieren equipararse a las líneas aéreas “low cost”. Y vaya si lo van a conseguir. De entrada, han bajado la calidad. El precio, todavía no. La velocidad del avión, creo que va para dentro de una década.

    Desde Renfe aseguran que ahora es más barato viajar en preferente, lo cual no es cierto. El precio es más bajo porque ofrece menos servicios. El matiz es importante. El billete cuesta menos porque también vale menos, con lo que la cosa queda igual que antes. Además, la rebaja de los viajeros de la que antiguamente era llamada “primera clase” la pagan todos: todos los que se quedaron sin el restaurante en el tren para comer mientras viajan. Por ejemplo: vas a Madrid a hacer unas gestiones y en vez de levantarte a las cinco de la mañana para coger un avión, planificas tu viaje en tren: salida de noche en el tren hotel y regreso a mediodía en el Alvia de las 15.00 horas. Antes del 1 de diciembre de 2013 podías cenar y desayunar en el Tren Hotel y comer en el Alvia. Hoy ya no. Utilizar los servicios de “restauración” de las estaciones de Vigo y Chamartín además de caro es insufrible. En cambio los horarios no te dejan mucho margen de maniobra, salvo que te lleves los víveres de casa.

    Dos talgos coinciden en la estación de Redondela.©F.J.Gil
    Mientras en los trenes de los corredores de alta velocidad cuentan con menús para celíacos, diabéticos, hipertensos, musulmanes, vegetarianos, veganos y católicos practicantes en vigilia, los que vienen o salen de Galicia relegan a sus viajeros al ayuno y la abstinencia. El avión puede ahorrarse la Mirinda y la bolsita de cacahuetes entre Peinador y Barajas. Pero entre Vigo y Madrid o entre Redondela y Barcelona, con viajes que obligan a permanecer a bordo del tren horas y horas (siete, once o quince horas, según el tren y el trayecto) es dejar la prestación del servicio a mínimos que no se conocían desde la época más legendaria del Shanghai.

    Menos por más

    La historia más contemporánea del ferrocarril en Galicia tiene también su lado oscuro. Desde la década de 1980, cuando viajar en tren era la manera más barata de desplazarse en largas distancias, Renfe fue encareciendo el precio y menguando las prestaciones a cambio de una relativa mejora en la velocidad y en la comodidad de sus trenes. En 1983 salía al mismo precio hacer Vigo-Madrid ida y vuelta en coche cama que en coche si viajabas solo y pagabas el peaje del túnel de Guadarrama desde Adanero. Podías cenar a la carta en coche restaurante y desayunar por la mañana. Hasta te llevaban el desayuno a la cama, si querías, como en un hotel. En el expreso Rías Bajas de principios de esa década, también podías llevar el coche, pues tenía servicio de autoexpreso y facturar maletas si querías despreocuparte de él. La facturación de equipajes era un servicio que prestaba también el talgo diurno, que inició su servicio entre ambas ciudades en 1980.

    Poco a poco fue reduciendo las distintas tipologías de plazas. El coche de 1ª clase fue el primero en caer. Los padres preferían que sus hijas viajasen en esa clase porque en uno de sus departamentos solía ir la pareja de la Guardia Civil y les daba más tranquilidad. Yo prefería pagar las cincuenta pesetas de diferencia entre primera y literas y no por la guardia civil ni por las hijas de los padres protectores, sino porque las reclinando las dos butacas enfrentadas podías dormir tan cómodo como en literas pero con menos gente. En Renfe iban vendiendo los asientos de manera que, salvo días de gran llenazo, llevaban tres viajeros por departamento.
    En el final de la década de 1980 llegó a haber hasta tres tipos distintos de coches cama: los T2, con 18 departamentos dobles, 9 de ellos altos, los YF, clásicos de la Compañía Internacional de Coches Cama, los mejores camas de todos los tiempos, y los “Gran Clase” que eran coches cama con ducha de antiguos coches de segunda clase reconvertidos.

    A finales de la década de 1990 el expreso nocturno dejó paso al Tren Hotel, tal como lo conocemos ahora. En origen era un hotel sobre ruedas para los viajeros de Gran Clase, que disponían de un amplio departamento de cama con cuarto de baño completo y en el precio llevaban incluida la cena y el desayuno. Como el tren hotel tenía su llegada a Madrid a las siete y media de la mañana, el tren prolongaba media hora sobre la llegada a destino su permanencia en el andén, para que los viajeros, si así lo decidían desayunasen sin prisas. Esta opción desapareció muy pronto. Yo lo eché de menos porque, la verdad es que a mí nunca se me perdía nada en Madrid a una hora tan temprana.
    La facturación de equipajes desapareció también en la década de 1980. El servicio de autoexpreso, ya cayó en este siglo. Ahora, cae el restaurante. ¿Qué será lo siguiente?

    martes, 21 de enero de 2014

    Hostal La Viuda, Pobra de Trives

    La ensalada de perdiz escabechada es un lujo en un menú del día que solo se encuentra en La Viuda, en Trives. ©F.J.Gil
    Cada vez que voy a Trives acabo siempre comiendo en el mismo sitio. Creo que la primera vez escogí el establecimiento por su nombre: La viuda. Ya sabéis, las viudas: Viuda de Clicquot, Viuda de Solano, Viuda de Heraclio Fournier... Nunca defraudan.  El comedor es amplio, cómodo y suele estar concurrido. No es de extrañar. A 3 de cada 4 personas que preguntéis por la calle en Trives dónde se puede comer bien y barato recomendarán este sitio. ¿Por qué? No hay más que ver el menú del día. Suele estár integrado por tres o cuatro primeros platos de elaboración muy casera, y dos segundos como mínimo, uno de ello de carne y otro de pescado.  La primera vez fui un verano y tomé de primero ensaladilla. En la mayoría de los casos no tiene ningún mérito, pero la de aquí era distinta, parecía hecha en casa.   Otra vez, disfruté de un buen salpicón. La última, hace ya unos meses, me vi sorprendido por una ensalada de perdiz escabechada que era una delicia. Pero podemos encontrar en las entradas, patatas rellenas, crema de verduras, caldo, distintas variedades de arroces... En los segundos, aunque haya pescado, me inclino por la carne, que para eso estamos en Trives.
     
    La ternera asada, la carne mechada, o el conejo al pimentón son algunas de las posibilidades. La cocina está al cargo de María y Angelito Fernández Luis, nietos de la fundadora y por el comedor están sus padres, Clara y Ángel.
    Los comienzos de "La Viuda", en la década de 1950, con el bar "El Rincón", debajo, Asunción López ya en el siglo XXI, poco antes de su fallecimiento.


    La historia de este hostal, restaurante nació en 1951 cuando Asunción López, recién enviudada, decide abrir un bar. Se llamaba "El rincón". De bar, pasó a casa de comidas, muy frecuentada por viajantes. Asunción, pensó que podría darles alojamiento y así nació el hostal. En 2005 falleció la fundadora del negocio, pero su continuidad no corre peligro: hijo , nuera y nietos siguen la tradición y ofrecen un servicio que mantiene el espíritu familiar. Los nietos, además, se han formado y trabajan la cocina con técnica y destreza pero preservando el sabor de la cocina casera.
    La materia prima se nota que es de calidad, y eso unido a una buena elaboración suman puntos. No es lo único. Hay limpieza en el comedor, en los baños, en la cocina y un servicio al cliente que te hace sentir cómodo.
    La comida es abundante y el comedor invita a permanecer un rato de sobremesa. Pero no mucho, porque Trives merece un paseo: ver la torre del reloj, viajar al pasado con una visita al antiguo colegio de La Salle de Santa Leonor, o coger el coche y  descubrir el antiguo monasterio de Sobrado de Trives, en la carretera a Manzaneda, o cualquiera de los tres puentes que edificaron los romanos: Ponte Návea, Ponte Cabalar y el más grande de los tres, que se encuentra sobre el río Bibei en la carretera que nos lleva hacia Valdeorras y que durante muchos años fue la salida hacia Ponferrada.
    Javier Bobillo a la cámara, el que esto escribe y Angelito Fernández, en el comedor del hostal, después de la grabación de una receta para el programa "Cousas de Comer", en junio de 2012. ©Sesé Ares.
     
    LA FICHA:
    • Nombre: Hostal La Viuda
    • Rosalía de Castro, 17. 32780 A Pobra de Trives (Ourense)Teléfono: 988 33 01 01
    • Menú del día: 9 euros
    • Incluye: primero, segundo, postre, café y bebida.
    • Ofrece comidas a la carta.
    • Abierto todos los días
    • Como hostal, dispone de habitaciones con baño.
     
    CALIFICACIÓN:
    • Relación calidad/precio excelente.
    • Comida casera, acogedor y buen servicio.

    miércoles, 15 de enero de 2014

    Escapada de fin de semana: el camino de los grandes embalses de Galicia

    Con todo lo que ha llovido se me ocurrió echarle un vistazo a los embalses gallegos para ver cómo andan de llenos. En la web de embalses.net podéis consultar su estado prácticamente en tiempo real y saber si están desaguando o no. Lo hice porque me parecía una excursión interesante para el fin de semana. Resulta impresionante ver como sueltan agua por sus compuertas algunos de ellos.
     
    Hay que tener cuidado, en épocas como ésta, al pasear por los senderos que hay presa abajo. Un aumento de caudal puede darnos un susto. ©F.J.Gil

    Hay varios que están por encima del 95 por ciento. Y he visto que Os Peares se encontraba en la tarde del 14 de enero de 2014 al 98 por ciento.
     
    Los embalses de Franco
    La mayoría de los embalses fueron construidos durante las décadas de 1950 y 1960 cuando España fue objeto de un ambicioso plan de expansión de la energía hidroeléctrica que plagó de centrales toda su geografía. Galicia no fue una excepción y en esos tiempos fueron construidas las mayores presas sobre los ríos gallegos. Medio siglo después, aquel enorme impacto ambiental se ha convertido en un nuevo ecosistema en el que, de repente, en medio de un río aparece un lago de grandes dimensiones.


    La presa de Frieira es la última en el curso del Miño y la primera de nuestra excursión.©F.J.Gil
    La excursión que os propongo nos lleva por la orilla del Miño, en dirección a Ourense. Si hacemos el viaje en tren, nos encontraremos, al llegar a Frieira con la última presa del río Miño: la última de su curso y la última en construcción. Pertenece al municipio pontevedrés de Crecente y está justo en un punto del río en el que cada orilla es de una provincia. A la derecha, Pontevedra, a la izquierda Ourense. La presa de Frieira fue inaugurada en 1970, tiene una capacidad de 44 hectómetros cúbicos y el embalse se extiende, río arriba formando una lengua de agua encalmada de 4,66 kilómetros cuadrados, un 30 por ciento mayor que la Laguna de Sanabria, que en primavera y verano se puede recorrer en catamarán, pasando por delante de los balnearios de Cortegada y Arnoia.

     
    El siguiente está en Castrelo de Miño, muy cerca de Ribadavia. Fue inaugurado un año antes, en 1969 y su construcción supuso la desaparición de uno de los valles más fértiles de la provincia de Ourense. “Morrer en Castrelo do Miño” de Xosé Fernández Ferreiro narra el drama que esta obra representó para un pueblo que no se beneficiaría del progreso que estas centrales llevaban muy lejos de donde perpetraban su feroz impacto. Hoy el embalse se ha convertido en un espacio de práctica de deportes náuticos en un lago que se extiende en casi 8 kilómetros cuadrados.

     
    El siguiente que nos interesa, al margen del pequeño Velle en las afueras de Ourense siguiendo la carretera N120, se encuentra en uno de los enclaves singulares de Galicia. Os Peares. Os Peares es una localidad que pertenece a dos provincias, tres municipios y dos diócesis. En ella confluyen los ríos Búbal, Sil y Miño.

    Sobre el río Miño, el embalse de Peares, que podremos cruzar con el coche para llegar precisamente al pueblo, fue el primero que se construyó sobre el río Miño, en 1955. Tiene una capacidad de 182 hectómetros cúbicos y su agua embalsada se extiende por un lago de algo más de 5 kilómetros cuadrados. Río Arriba está la provincia de Lugo y la Ribeira Sacra del Miño. La altura de la presa es mucho mayor que las que le siguen río abajo. Peares. De hecho, aunque el embalse tiene menor superficie que Castrelo, triplica en cambio su capacidad.

     
    Si volvemos unos cientos de metros por nuestros pasos y seguimos el Sil aguas arriba, nos encontramos, primero con una pequeña presa, la de San Pedro y, unos kilómetros río arriba, siguiendo la misma carretera, llegamos a la presa más grande de cuantas tiene el Sil en Galicia. Santo Estevo es el quinto embalse de nuestro ranking gallego, con 213 hectómetros cúbicos de capacidad y una superficie de agua embalsada de 14 kilómetros cuadrados que se encajonan en las angostas gargantas que forman los cañones del Sil. Su construcción fue paralela a la de Peares y mientras el del Miño era obra de Fenosa, éste de Santo Estevo fue construido por Iberdrola.


    Más antiguo que los dos que acabamos de visitar, y más pequeño también, el de Chandrexa merece sin embargo una visita. La carretera para llegar a él, desde Montederramo ya es todo un espectáculo. Chandrexa de Queixa es un hermoso municipio de montaña, rodeado de cumbres. Muy cerca de su núcleo de población principal se encuentra la presa, con una altura de 85 metros y una longitud de coronación de 236, la presa de Chandrexa propicia un lago artificial que tiene la misma extensión que el municipio de Mondariz Balneario, el más pequeño de Galicia.

    Nos vamos ahora al extremo oriental de la provincia de Ourense, donde se encuentra la mayor concentración de embalses de toda Galicia. Tal vez por el hecho de que los valles son muy pronunciados y propiciaban este tipo de obras hidráulicas. Lo cierto que ningún otro municipio acumula tanta agua embalsada como el de Vilariño de Conso, con nada menos que tres presas. Dos de ellas son muy pequeñas y fueron construidas en las décadas de 1970 y 1990.
     
    La más reciente fue la que se construyó sobre el río Cenza y que se concluyó en 1993. Este embalse es singular por su presa escalonada y por el paraje natural en el que se encuentra. Por desgracia alteró uno de los pocos valles glaciares de Galicia. Muy cerca se encuentra el pueblo de Chaguazoso de gran valor etnográfico. No todos los embalses son de la era Franco. También tenemos alguno de la época de Felipe González. Éste, la verdad, no era una necesidad imperiosa como para justificar el estropicio que causó.
     
    
    El embalse del río Cenza, en Vilariño de Conso se emplazó sobre la morrena de un antiguo Glaciar. Un disparate más, perpetrado en la década de 1990. ©F.J.Gil

    El de Edrada Conso, sobre el río Conso, es un pequeño embalse de 1 hectómetro cúbico con una presa de 23 metros de alto que fue construida en 1976.

    Pero Vilariño es un municipio de gran extensión territorial, con 200 kilómetros cuadrados y pronto nos encontraremos con el impresionante embalse de As Portas. Es el segundo de Galicia en capacidad de almacenamiento de agua. Nada menos que 536 hectómetros cúbicos que se acumulan en su lago embalsado de doce kilómetros cuadrados. Son aguas profundas puesto que la presa, construida entre 1973 y 1975 es la más alta de Galicia: 141 metros.
     
    Impresiona pasar por esta carretera que discurre al pie de la presa más alta de Galicia, la del embalse de As Portas. ©F.J.Gil
     
    El aspecto de la presa es impresionante y una carretera circula por sus cercanías ofreciéndonos una estampa digna de ver.
     
    ¿Qué nos queda, después de esta sobrecogedora imagen?
     
    Nos queda seguir el curso del Miño desde Portomarín hacia Chantada. Veremos cómo el río comienza a tomar forma de ría por la anchura y profundidad de sus aguas, en medio de la Galicia interior. Es el efecto del embalse de Belesar. La madre de todas las presas gallegas, fue construida entre 1959 y 1963 y propicia la existencia de un lago de dieciocho kilómetros cuadrados cuyos efectos se extienden, río arriba, casi cincuenta kilómetros. Belesar tiene una presa de 600 metros de longitud de coronación y una altura de 135 metros. Su capacidad es de 655 hectómetros cúbicos. Las otras cuatro presas sobre el Miño juntas apenas suman la mitad del agua que es capaz de embalsar Belesar.
    El embalse de Belesar anegó la villa medieval de Portomarín. Obsérvese el viejo puente, casi cubierto. El día que se tomó esta imagen el embalse estaba por debajo del 40 por ciento de su capacidad.©F.J.Gil





    La presa de Belesar se ve desde la carretera, muy cerca de Chantada. ©F.J.Gil 
    Cincuenta años después de su construcción, Belesar ya forma parte del paisaje de Galicia y a su alrededor, como sucede con las otras presas, la vida se ha modificado y acomodado al nuevo estado de los ríos. Son los mares interiores de Galicia.

    Hasta ahora el lado agradable de la excursión. Pero no quiero acabar este reportaje sin plantearos una reflexión. Las empresas eléctricas cambiaron el paisaje de Galicia en menos de 50 años con docenas de embalses. ¿Dónde está la riqueza que se obtiene de la extracción de energía de nuestros ríos? Galicia solo consume un tercio de la energía eléctrica que produce. Con la generación de las eólicas y las hidráulicas, no necesitaríamos centrales térmicas, pero la contaminación que produce esta energía "limpia" se queda en Galicia, muy lejos de las casas de los dueños de la electricidad que se forran exportándola a otras comunidades. Solo la contaminación: ni el empleo, ni los impuestos ni los beneficios.

    martes, 14 de enero de 2014

    El regreso de los corderos


    Oveja y corderito de raza gallega en el Pazo de Fontefiz, Ourense. ©F.J.Gil
    Uno de los dramas que anunciaba la ciencia ficción para el siglo XXI, allá por la década de 1970, era una alimentación a base de papillas de colores. La podíamos ver en el viaje que el doctor Heywood Floyd hacía a la Luna en la película de Kubrick "2001. Una odisea  del espacio" (1968). Por suerte, la cosa quedó así, en simple ficción, y en algún que otro cocinero perpetrando deconstrucciones gastronómicas.

    Por el contrario, este siglo del que ya llevamos consumido algo más de una década, nos ha permitido recuperar productos que estaban al borde de la extinción. Hace algún tiempo hablaba del porco celta. Hoy propongo celebrar la resurrección de la oveja autóctona gallega, una iniciativa en la que ya lleva años trabajando la Asociación de Criadores de Ovella Galega, Asovega y que ha conseguido extender nuevamente su reino a los prados y montañas de las cuatro provincias gallegas.

    ¿Qué nos ofrece la oveja gallega? Mucho más que cualquier otra raza. Es un animal rústico y resistente, prácticamente autónomo, por lo que no necesita de cuidados especiales ni para su supervivencia ni para la reproducción y cría. Se alimenta en el campo y la montaña de aquellas especies vegetales que no aprovecha el ganado vacuno con el cual puede convivir. Las hembras son muy prolíficas y maternales, lo que hace que salgan adelante casi todos sus partos, muchas veces dobles. Desde el punto de vista ecológico, la oveja es un regulador de la biomasa de montaña, reduciendo maleza y evitando incendios forestales.

    Desde el punto de vista gastronómico, la calidad y cualidades de la carne de cordero de oveja gallega son excepcionales: sabor, textura, justo contenido graso... En Ourense ya hay alguna carnicería que vende corderos de esta raza autóctona y es posible encontrarlos también en otros puntos de Galicia. En Asovega (asovega@asovega.es ) pueden facilitar la relación de carnicerías y puntos de venta para los interesados que deseen recuperar en su cocina uno de los sabores tradicionales de la gastronomía gallega.

    martes, 7 de enero de 2014

    Pescanova y los trileros

    Jugar en bolsa. El propio verbo lo explica todo. No se trata de invertir, ni de ahorrar, sino de jugar. Un viejo amigo me contaba hace ya un par de décadas que en España había tanto jugador en bolsa porque era el único lugar al que podían acudir los ludópatas a quemar su dinero en un país en el que estaban prohibidos los casinos y el juego.
    Dicen que quien se arma de paciencia suele recuperar el dinero perdido cuando las cosas vienen mal dadas en el mundo bursátil. Pero eso no va les va suceder a los accionistas de Pescanova, a quienes se les anuncia que van a perder todo lo que tenían invertido en títulos de la compañía redondelana. Por ejemplo, Ferrán Adriá poseía a principios de 2013 algo más de medio millón de euros en acciones de Pescanova. Si lo hacía pensando en ahorrar, le ha salido el tiro por la culata, ese patrimonio se le ha quedado como la cocina que practica: deconstruido. Más bien, destruido, es decir, se ha esfumado.
    No juego a bolsa. Cualquier casino me parece mucho más seguro, más decente. Al menos sabes contra quién juegas, no hay tiburones ni brokers ni especuladores. Tampoco hay una Comisión Nacional del Mercado de Valores que no ha servido para garantizar la seguridad de los inversores, pese a que ese es su principal cometido. No sirvió en el caso de Bankia ni en el de Pescanova. En los casinos tampoco hay, sentados a la ruleta, empresas auditoras, esos chicos de traje y corbata que se supone que vigilan para que las cuentas de las empresas sean las que dicen que son y no otras. ¿Os acordáis de Arthur Andersen? Era la de más prestigio. Los “arturitos” cuando dejaban la compañía eran fichados con grandes sueldos por bancos y cajas de ahorro. Uno de ellos tiene que visitar el juzgado cada quince días después de haber pasado por un alto cargo en Caixanova-Novacaixa por su fabulosa indemnización a costa del erario público cuando dejó Novacaixa después de haber sido miembro de una corte de ejecutivos agresivos que dilapidaron el patrimonio de una de las cajas más saneadas de España. Y lo que es peor, era nuestra, y por su avaricia la arruinaron y está en venta a precio de saldo.
    Pero llegó el escándalo de Enron Corporation y se llevó por delante la reputación de la consultora. ¿Qué fue de aquellos que trabajaban allí? Unos marcharon para KPMG, otros para Deloitte...  Nunca se aprende de los errores de los demás. El caso Enron no sirvió de escarmiento ni de ejemplo de que una empresa por muy auditada que esté puede acabar dando la campanada. ¿Quién auditaba el astillero Barreras que pasó de dar beneficios un año a ser la ruina de muchas empresas y proveedores al año siguiente? ¿Quién auditaba Bankia?
    No recuerdo cuántos pequeños accionistas hay en Pescanova. Lo leí en algún periódico pero me olvidé. Es lo mismo. Serán muchos. También algunos medianos, como sucedió en Bankia y en otras muchas compañías de las que cotizan en bolsa. Ahora que comienza 2014 sabrán que entre jugar con trileros o con auditoras y comisiones nacionales del mercado de valores, es siempre mejor hacerlo con los primeros. A los delincuentes de la calle les puedes mirar a los ojos mientras te roban.