miércoles, 20 de agosto de 2014

Casa Vella, para comer a precios de casa en la calle más turística de Vigo

La pizarra lo dice todo: un buen menú por 11,50 euros.
Llevaba meses pensando que tendría que escoger un restaurante de Vigo para esta sección y no me atrevía. Para un vigués es difícil elección pues hay muchos buenos y algunos con excelentes menús del día. La solución vino de la mano de un amigo que me llevó a uno al lado del mercado de A Pedra, en plena calle de las ostras. El tópico gastronómico de Vigo que, a priori no habría tenido en cuenta porque es más propio de turistas que de nativos. El restaurante elegido se llama Casa Vella. Un pequeño establecimiento, acogedor, con un servicio excelente y una cocina muy bien elaborada, tanto en la carta como en el menú del día.
El menú ofrece una variedad de primeros interesante. El día que fui a comer tenía en la pizarra una crema de zanahoria, que además de muy saludable estaba muy buena, ensalada de patata y una filloa rellena de marisco de la que salían platos a pares de la cocina, pues era el primero más demandado por un nutrido público heterogéneo: trabajadores de la zona, turistas y otras gentes que, como era nuestro caso, fuimos allí a charlar mientras comíamos.



La filloa rellena de marisco es un éxito entre los primeros platos. La fideuá marinera está muy bien surtida de productos de la ría. ©F.J.Gil

Los segundos tampoco se quedaban a la zaga: no parecen propios de un menú: Pez espada a la plancha con alioli, confit de pato y fideuá marinera. Opté por esta tercera posibilidad y no me arrepentí: los fideos estaban en su punto y contagiados de una sinfonía de sabores marineros que le aportaban las almejas, los mejillones, los berberechos y algún que otro calamar. Extraordinaria en calidad y en cantidad. Una ración abundante de la que solo di cuenta de la mitad y me ofrecieron la posibilidad de llevarme el sobrante. Es la segunda vez que me encuentro con esta solución que me parece una medida que deberían imitar todos los restaurantes.
El final permite elegir entre postre o café. Lógicamente, yo siempre prefiero el postre y en este caso me dejé llevar por el consejo de las cañitas fritas rellenas de crema. Riquísimas. ¿Cómo es que nunca había comido allí? Le di las gracias a mi amigo por descubrirme un restaurante sorprendente en mi propia ciudad: calidad y precio en una relación magnífica, abundante y muy buen servicio.



Merluza a la gallega, un clásico de la carta.
La calle de las ostras es un icono de Vigo para la mayoría de los turistas. A su alrededor hay muchos establecimientos con "ganchos" que te ofrecen mariscadas míticas... "pasen, verán que bien comen". Pero al que fuimos no tenía ningun personaje de esos a la puerta, sino una pizarra con el menú expuesto: nada de palabras, hechos concretos y precios transparentes. La calidad y la decencia terminarán por imponerse frente a la palabrería.

Fachada de Casa Vella en la calle Pescadería, que es la de las ostras. ©F.J.Gil.
La ficha:
  • Nombre: Casa Vella.
  • Dirección: Pescadería, 1. (Calle de las ostras) 36202 Vigo.
  • Teléfono, 986 43 31 21
  • Menú del día: 11,50 euros.
  • Incluye: Primero, segundo, tercer plato, postre, café y bebida.
  • Ofrece comidas a la carta con buena relación de calidad y precio en pescados y mariscos de la ría.
  • Calificación:
    • Muy buena relación calidad/precio, tanto en menú como en carta y una atractiva carta de vinos.
    • Acogedor, cocina bien elaborada y platos abundantes.

    martes, 19 de agosto de 2014

    Iberdrola no me toques la pirola

    Recuerdo con simpatía la canción de Siniestro Total “Ayatollah no me toques la pirola”. Siniestro era un grupo que contaba en clave de punk rock lo que sucedía en aquellos años de la década de 1980. La música, convenientemente cargada de sátira se convierte en un arma de destrucción masiva contra el poder, capaz de inspirar al resto de los mortales. Nada más gráfico respecto a lo que les esperaba a los consumidores gallegos cuando se produjo la fusión entre Unión Eléctrica y Fenosa que el nombre de aquel grupo de rock en el participaba de manera protagonista el grandísimo Germán Fandiño, hoy Tony Lomba, que se llamaba Unión Penosa.
    Embalse de As Portas en Vilariño de Conso. Los vecinos de este municipio tienen tres embalses, entre ellos el segundo más grande de Galicia, que es al que corresponde esta fotografía y uno que les arrasó la morrena de un antiguo glaciar. Sin embargo, sufrir semejante impacto ambiental no les supone que la luz les salga más barata.©F.J.Gil
    Galicia vive inmersa en la desgracia eléctrica. Somos un país que produce un tercio más de la electricidad que necesita. ¿Exportadores? No. Explotados. Seríamos exportadores si la electricidad fuese nuestra. Pero es de Gas Natural-Unión Penosa, de Iberdrola, Endesa, etcétera. Todas ellas son compañías que tienen su domicilio fiscal en Cataluña, el País Vasco… y por tanto, los impuestos que liquidan cada uno de los consumidores de esa energía enriquecen las arcas del fisco de esas comunidades. Esa es la primera injusticia del sistema eléctrico que nos toca padecer.
    La segunda injusticia se refiere al precio. Todos los productos tienen un precio basado en sus costes, lo que hace que si el lector quiere comprar un kilo de patatas gallegas, le saldrá por veinte céntimos en Xinzo de Limia y por un euro en Cuenca. Si lo que compra es un litro de gasolina, es más barata en Brunei que en Monforte de Lemos. Pero, en cambio, el kilowatio/hora lo paga igual el pensionista que vive en Os Peares, a trescientos metros de la central hidroeléctrica, que el señorito que se está tomando unas anchoas con txacolí en una terraza de la playa de la Concha en San Sebastián.
    Y eso nos lleva a la tercera injusticia. Porque a igual precio, la electricidad, de la que somos productores excedentarios y exportadores, nos cuesta más cara a los gallegos que hemos de cargar con la lluvia ácida de las centrales térmicas de As Pontes de García Rodríguez y de Meirama y con la transformación del paisaje y la fauna de todo nuestro patrimonio hidrológico. Ya no hay anguilas, ni truchas, ni salmones más allá del primer valladar de Frieira en el Miño, condenando al padre de los ríos gallegos y a todos sus afluentes que ya no reciben las visitas de esas especies: Arnoia, Avia, Búbal, Sil y una larga lista de damnificados.
    Así pues, pagamos más cara la luz porque a igual precio a nosotros nos cuesta nuestro paisaje y nuestro medio natural. El metro de Madrid y sus trenes de cercanías no son medios de transporte limpios. Simplemente tienen las chimeneas a seiscientos kilómetros de distancia: en Galicia.
    Así pues, que Iberdrola no nos toque la pirola. Ni Unión Penosa, ni Endesa ni toda esa caterva de depredadores que cuentan con el apoyo de políticos agradecidos a los que sientan en sus consejos de administración o en sus comités asesores. Los recursos naturales gallegos enriquecen sus cuentas bancarias y aquí no dejan ni un céntimo de su valor añadido. Galicia es energéticamente sostenible y autosuficiente: con la potencia generada por las centrales hidroeléctricas, si actualizasen sus sistemas de generación, y las eólicas no precisaría tener en funcionamiento ninguna central térmica. Si no fuera, claro está, por la que hay que mandar a la España rica, a la que recauda el iva de nuestra electricidad y a la que llega como energía límpia.