viernes, 30 de enero de 2015

Restaurante Miguel Oliveira o cuando la gastronomía es una de las bellas artes

Entrada en el Museo de Arte Contemporánea, y también al restaurante Miguel Oliveira, que se encuentra a mano derecha. También se puede acceder desde la calle Londres, en el lateral del museo. ©F.J.Gil
Comer en un museo y además en el centro de la ciudad resulta una experiencia insólita. El Museo de Arte Contemporánea de Vigo, conocido por su acrónimo MARCO, cuenta en el interior con un restaurante en el que se ofrece menú del día no solo a los visitantes del equipamiento cultural sino también al público en general. Y lo cierto es un espacio en el que no resultará difícil encontrarse una clientela formada por trabajadores del comercio y los negocios de la zona (calle del Príncipe y aledaños), personas que están de compras por allí, turistas, usuarios del museo...

Al llegar nos encontramos con un comedor de aspecto cuidado y decoración en consonancia con el equipamiento museístico. El servicio es rápido y muy atento y la oferta del menú me llamó la atención de manera especial. Sopa de coles, ensalada de manzana, nueces y apio en el primero, pez espada a la plancha y carcamusas a la toledana en el segundo y una blanqueta que ya se había agotado cuando llegué. Para los vegetarianos había una opción alternativa que era un curry de calabaza para combinar con los primeros.

Curry de Calabaza. ©F.J.Gil
Aunque no soy vegetariano, me decidí por el curry de calabaza de primero y las carcamusas a la toledana de segundo. El primero tenía cierto parecido a un pisto, con patata, boniato, calabaza, zanahoria en una elaboración que, la verdad, me gustó y me sorprendió.
Carcamusas, un plato de origen toledano. ©F.J.Gil

Las carcamusas dan nombre a un guiso castellano muy contundente, con carne, chorizo y puré de patata que, dicho sea de paso, estaba muy bien elaborado. Para postre había tres opciones: yogur natural, tarta de zanahoria y tarta Mississippi. Me quedé con la segunda y disfruté mucho de ella. El conjunto me proporcionó la agradable sensación de una comida casera, muy bien elaborada con un menú verdaderamente trabajado y con unas raciones pensadas para salir satisfecho.

Arriba, la Tarta Mississippi. Debajo, la tarta de Zanahoria. ©F.J.Gil

Productos de calidad, platos bien elaborados, precio muy razonable, servicio amable y competente, lugar cómodo, singular y céntrico... El restaurante Miguel Oliveira del MARCO tiene todos los boletos para calificarlo como uno de los mejores menús del día de los que he probado hasta la fecha para esta sección.
Cuando por razones de trabajo o de placer te ves en la tesitura de comer con cierta frecuencia fuera de casa, hay un aspecto que la mayoría de quienes vivimos esta situación agradecemos: un menú que se escape del sota, caballo y rey, ya saben: merluza a la romana, pollo... Hay excepciones, naturalmente y por suerte ya vimos alguna de ellas en esta sección. Pero en originalidad y en trabajarse un menú distinto, el caso de hoy se lleva el premio.

Miguel Oliveira con otra de sus creaciones: las gastrocamisetas. ©F.J.Gil
Ingenio  y sentido de la armonía

El restaurante lleva el nombre de su jefe de cocina, Miguel Oliveira. La primera vez que supe de él fue a través de una cena temática, organizada en el mismo museo hace algo más de 3 años, (octubre de 2011) “Una cena que evitó un suicidio”, alrededor de la cocina futurista. Fue una experiencia muy ilustrativa y didáctica en la que Miguel se ocupó del menú y la puesta en escena de cada uno de los platos y el historiador del arte Xosé Carlos López Bernárdez, de situar a los asistentes en el contexto del movimiento iniciado por Marinetti.


Tiempo después, asistí en un escenario diferente a otra de sus cenas temáticas: “Que le corten la cabeza”, esta vez alrededor de la figura de María Antonieta. Fueron las dos primeras pruebas, de una larga lista, en las que tuve ocasión de comprobar que estaba ante un cocinero único. Un artista. No hablamos de un hombre que a la hora de enfrentarse a los fogones opta por la cocina tradicional o por la nueva cocina (que ya no lo es tanto, todo hay que decirlo). Su camino va por otros senderos. Así, tanto puedes emocionarte con los sabores caseros de un plato tradicional como por una elaboración que es pura creación, puro ingenio. Maneja ingredientes con la habilidad de un artista que sabe aunar la estética de un plato y la armonía de los sabores. Así pues, podemos decir que el restaurante Miguel Oliveira es la sala dedicada a la gastronomía en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo.


La ficha:
Nombre: Miguel Oliveira
Dirección:  Príncipe, 54,(Museo de Arte Contemporáneo), Vigo. Teléfono: 886 11 67 12
Menú del día: 10 euros
Lo que incluye
Primero, segundo, postre, bebida y café

Calificación:
Relación calidad/precio excelente. Muy recomendable.
Ambiente acogedor, limpieza, servicio amable y muy céntrico.

domingo, 25 de enero de 2015

Renfe acaba de firmar la sentencia de muerte de los trenes nocturnos gallegos

Tren Hotel a Barcelona a su paso por la estación de As Neves. ©F.J.Gil
Renfe ya dio los primeros pasos para cargarse todos los trenes nocturnos gallegos. Una maniobra discreta, que comenzó con hacer desaparecer el tren hotel que sale o llega a Barcelona desde Vigo y A Coruña los sábados. Luego eliminó una parte importante de las plazas de clase turista de los que unen las ciudades gallegas con Madrid. Pero, a la larga, lo que trama es la desaparición de los trenes nocturnos, que, dicho sea de paso ya no son muchos. ¿Cómo va a perpetrar semejante medida? Con toda seguridad, de aquí a 2018, año en el que se supone que entrarán en servicio la línea de alta velocidad. En el curso de los tres años que, con suerte les quedan de vida a los dos expresos nocturnos que tienen su llegada y salida de Galicia, uno a Madrid y el otro a Barcelona, los usuarios irán sufriendo medidas restrictivas hasta que se consume la desaparición total.
Para eliminar el tren hotel los sábados esgrimen su baja ocupación y que cuenta con un tren diurno como alternativa. Para reducir las camas de clase turista a la mitad y un tercio de las plazas sentadas de la misma categoría del tren hotel Rías Gallegas que va de A Coruña y Vigo a Madrid (y viceversa), Renfe Operadora argumenta que el incremento de las frecuencias diurnas ha desviado hacia esas nuevas opciones de viaje muchos de los usuarios del tren nocturno.
De entrada ya anticipo que ambas son meras disculpas. La primera, fruto de una política comercial desastrosa. El Shanghai, que unía Barcelona con las ciudades gallegas fue sustituido por un tren hotel que ya había fracasado en la década de 1990. Casualmente, en esa misma década, el expreso a Barcelona era el tren nocturno más rentable de toda la red ferroviaria española. El hecho de unir ciudades de una relación transversal con muy pocas alternativas de comunicación en otros modos de transporte (Vigo y A Coruña con León, Palencia, Burgos, Logroño, Zaragoza, Lérida, Port Aventura…) No recuerdo ahora la fecha pero en la segunda mitad de la década de los noventa, el Shanghai llegó a batir el record de viajeros, convirtiéndose en el tren más largo de toda la historia de Renfe. Tanto, que había tenido que desdoblarlo en dos expresos independientes. ¿Cómo es posible que un tren con tanto éxito cayese en picado? El tren hotel que supuestamente iba a aportar un plus de confort y velocidad a los pasajeros, lo que consiguió fue elevar de una manera tan notable los precios, que los viajeros optaron por otros modos de transporte.
Hasta tal extremo arruinaron ese tren que, mientras que en el diurno a Barcelona, se puede viajar de Vigo a Ourense a precio de tren de Media Distancia, el nocturno, aunque vaya vacío, nunca tiene ofertas ni rebajas ni en esos tramos entre ciudades gallegas ni entre las del resto de su recorrido. Parece, realmente, que el objetivo es espantar en el sentido más literal del término a los clientes para que, una vez carente de usuarios le den el carpetazo definitivo.
Vayamos ahora al caso del tren hotel a Madrid. Renfe ha eliminado 64 plazas de clase turista en el Rías Gallegas, a razón de 32 en cada una de las ramas que salen o llegan a Vigo y A Coruña. ¿Cómo lo ha hecho? Quitó de cada una de ellas, un coche cama con 20 literas y del coche de plazas sentadas de clase turista, que tiene capacidad para 36 viajeros, simplemente ha decidido borrar de la lista de venta 12 y dejarla en 24. ¿Por qué? No resulta comprensible negarse a vender plazas que van a ir vacías. A mí me parece una estupidez como una catedral desde el punto de vista comercial. Ya no le encuentro mucha explicación eliminar los dos coches de literas que apenas representan un coste adicional sobre la totalidad de la composición en términos de consumo. Pero borrar del ordenador unas plazas que van realmente en el tren… ¿Cómo se justifica?
El Alvia 730 o Híbrido, es el tren que presta el servicio diurno entre Galicia y Madrid. ©F.J.Gil
La versión oficial es que los servicios diurnos que existen en la actualidad ya cubren la demanda y hacen innecesarias esas plazas del tren nocturno que se eliminan. Pero tras esa versión oficial subyace una razón escondida. La decisión ¿se toma desde Renfe o es el Espíritu Santo, es decir la Ministra de Fomento, quien habla por su boca? Como gallego y por naturaleza, desconfiado, me inclino a pensar en lo segundo. Y la respuesta a esa desconfianza viene de una cuestión que no tiene vuelta de hoja: los trenes de larga distancia están subvencionados por el gobierno central. Los trenes de Alta Velocidad, no. Ergo, si retiro un tren de larga distancia, me ahorro unas pesetitas, perdón, unos euritos. Esto explica que Renfe Operadora quiera empezar a desviar hacia los trenes diurnos todos los viajeros del tren nocturno para poder darle el carpetazo antes de que lleguen los trenes de alta velocidad allá por 2018. Y así, de Galicia a Madrid (o viceversa) solo habrá los trenes que resulten económicamente rentables, que no serán muchos, porque el canon por usar una línea de alta velocidad no va a ser el mismo que ir por la vía convencional, ni tampoco el gasto de combustible, ni la amortización del material rodante, etcétera.
Interior del diurno a Barcelona, muy similar al del diurno a Madrid. ©F.J.Gil 
La supresión de los trenes nocturnos será una gran pérdida para los gallegos. Una pérdida que perjudicará más a los viajeros con menos recursos económicos. La explicación es bien sencilla. Salir de Vigo, o de Redondela, o de Santiago o de Ourense de noche en el tren permite estar en Madrid a primera hora de la mañana, ahorrándose una noche de hotel, cosa que no se puede hacer si se coge el primer tren de la mañana, que te deja en Madrid a la hora de comer. El primer avión de la mañana, además de que supone un madrugón cruel, tiene un precio mucho mayor. La comodidad y la economía priman al tren nocturno frente a otros modos de transporte por la posibilidad de estar un día completo, de ocho de la mañana a diez y media de la noche es Madrid, o en Galicia si vienes de Madrid, sin necesidad de gastar dinero en el hotel. O si vas a estar más días en tu destino, te ahorras la primera y la última noche de hotel en él.
Para cuando haya un tren de alta velocidad que salga de Vigo, por ejemplo, a las siete de la mañana y llegue a Madrid a las diez y media (con suerte) al ser el primero y el más demandado tendrá la tarifa más alta. Ya sabéis que en los horarios de AVE se aplican tarifas Valle, Punta… siendo más caros los que más demanda tienen y más baratos los de horarios más intempestivos. Así que el precio del primer tren costará mucho más que el billete del tren nocturno. Pero como ya no habrá nocturno…
Luego está la cuestión de las estaciones intermedias. El Rías Gallegas, de momento, para en Redondela y en alguna que otra estación del camino. ¿Creéis que un AVE que tiene que ir a fume de carozo para llegar a Madrid en tres horas y media va a hacer su primera parada a diez kilómetros de dejar la estación de salida? Olvidémonos. Redondela ya no tendrá trenes a Madrid en el apeadero de alta velocidad.

sábado, 10 de enero de 2015

El García Barbón de Vigo se merece mejor nombre que el siniestro "Centro Cultural Afundación"

En el número 13 de la calle de Policarpo Sanz se encuentra uno de los edificios con más historia de Vigo. Pero ¿Cómo se llama? En la actualidad recibe la anodina denominación de “Centro Cultural Afundación-Vigo”. Un nombre de mal gusto y que aleja de la realidad la historia del inmueble. Para la mayoría de los vigueses, se trata del “García Barbón” un nombre que heredó del teatro que albergó durante décadas y del filántropo verinense que adquirió en su día el teatro Rosalía de Castro sobre cuyas cenizas se construyó el edificio actual en el primer cuarto del siglo XX.

Fotografía de PPKO de la construcción del Teatro Garcia Barbón, seguramente en su etapa final a finales de 1920.
El cambio de nombre del inmueble despersonaliza un centro cultural que es patrimonio de Vigo y lo convierte en una mera franquicia de un banco privado que ha puesto el mismo nombre a todos los centros culturales que “heredó” de ese barco pirata de las finanzas que se llamaba Novacaixa Galicia y que llevaron a las piedras de la quiebra dos sinvergüenzas, cada cual peor, que en vez de estar en la cárcel disfrutan de opulentas jubilaciones.




El próximo mes de marzo se cumplirán 31 años de la inauguración del centro cultural. El edificio resultante fue el fruto de la rehabilitación llevada a cabo por el arquitecto Desiderio Pernas sobre un inmueble cuyo proyecto era de la autoría de Antonio Palacios Ramilo y que durante casi 55 años fue teatro, el García Barbón, el cine Rosalía Castro, sede del Casino de Vigo y disponía de espacios adicionales con diferentes usos entre los que se encontraban, al menos en el final de la década de 1970, una tienda de discos y una cafetería.
El Centro Cultural Caixavigo fue la culminación de un largo proceso que comenzó cuando ardió el Teatro Rosalía de Castro y las sobrinas de José García Barbón, Elena y Práxedes Salgueiro García Barbón, deciden construir sobre sus ruinas un nuevo edificio cuyo proyecto es encomendado a Antonio Palacios, quien también dirigirá las obras.
Las obras discurrieron con lentitud y el edificio no quedaría concluido con sus nuevos usos hasta el año de 1926, en que se inaugura el casino y el cine, situado en la fachada posterior, en la calle del Marqués de Valladares, y en 1927 lo hará el gran teatro.
García Barbón y Rosalía Castro son los nombres con los que se vinculó históricamente este edificio. En la década de 1970, la Caja de Ahorros Municipal de Vigo decide comprar el inmueble y años más tarde, en 1982 inicia una obra que va más allá de su simple rehabilitación y que se concluye con su inauguración el 22 marzo de 1984. Su estreno fue un gran acontecimiento social y puso de relieve la pujanza social y cultural de una ciudad, Vigo, que podía sentirse orgullosa de uno de los centros culturales más completos y mejor equipados de España. Pero se cometió un error: desvincular el centro cultural a su historia y la dirección de la caja de ahorros, entonces en manos de Julio Fernández Gayoso, decide denominarlo “Centro Cultural Caixavigo”. La redenominación no estuvo exenta de polémica. Quienes querían que conservase el nombre del filántropo promotor veían en el cambio de denominación una mera operación publicitaria de la caja de ahorros que buscaba así rentabilizar en términos de imagen su inversión que, en dinero de aquellos tiempos, superaba los mil millones de pesetas.

 

La Biblioteca es uno de los espacios singulares de este centro cultural. 


Cuando la Caja de Ahorros Municipal de Vigo dejó de serlo y se convirtió en la Caja de Ahorros de Ourense, Vigo y Pontevedra, el centro cultural pasó a llamarse Centro Cultural Caixanova. Años más tarde, la fusión Caixanova Caixa Galicia lo transformó en el Centro Cultural NovaCaixaGalicia. Luego vendrían NovaGalicia, Abanca y últimamente el nombre de Centro Cultural Afundación.
Pero lo cierto es que ese es un edificio de los vigueses. El primer inmueble fue adquirido por García Barbón para la ciudad y tras el incendio del teatro, en febrero de 1910 el nuevo teatro fue levantado a expensas de la herencia dejada por el filántropo a sus sobrinas. Por último, en la década de 1970, fue comprado por la caja de ahorros con el dinero de los vigueses, pues no debemos de olvidar que aquella era la Caja de Ahorros Municipal de Vigo y sus beneficios, que eran pingües, se reinvertían en una obra social porque sus propietarios eran los ciudadanos de Vigo.
Alguno de los partidos de la corporación debería llevar al pleno una moción en la que se reclamase un nombre con identidad viguesa para un edificio que es vigués y no de un banco que ha decidido convertirlo en la sucursal de una siniestra “afundación”. Para la mayoría de los vigueses que tenemos más de cuarenta años y recordamos el Teatro García Barbón ese fue y sigue siendo el García Barbón.



Vestíbulo desde el que se accede al teatro. Antes de la reforma, esta entrada se reservaba para ocasiones especiales