La fábrica de la moneda de Merkel, que es ese maquinillo al
que llaman Banco Central Europeo y que sirve para imprimir euros está
entintando las rotativas para lanzar cien mil millones que le prestará a España
para que arregle los desaguisados de los bancos. No sabemos cuánto nos van a
costar, ni si serán en papeles de 50, 100, 200 ó 500 euros, o la Merkel nos
dará un surtido como cuando se trata de bombones belgas. Guindos está muy
contento porque sus socios, que es como les llama aquí a sus jefes, le van a
prestar ese dinero para pagar los pufos que sus amigos dejaron en algunas cajas
de ahorro y bancos cuando estuvieron al frente de ellos. Rajoy, en cambio, está
disgustado, porque él esperaba ser otro presidente. Tuvo que poner la cara
cuando el Prestige llenó de chapapote toda Galicia, tuvo que aguantar el tipo
cuando Aznar nos metió en la guerra de Iraq y ahora tiene que ir pidiendo
árnica por Europa adelante para lavar la imagen de un país en el que hasta el
presidente del Consejo General del Poder Judicial es un falsario manirroto a
costa del erario público.
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Llevar al hombre a la Luna salió más barato que el rescate bancario y dio miles de millones de beneficio. (NASA) |
¿Y nosotros? ¿Estamos contentos? Si fuese rentista estaría
contentísimo porque podría conseguir intereses del 6,7 por ciento comprando
bonos del tesoro a diez años. Pero ese privilegio le quedará a los bancos, que
van a recibir cien mil millones al cuatro por ciento y los van a poder colocar
al 6,7 (así que ya os podéis ir olvidando de que fluya el crédito para la
pequeña y la mediana empresa).
¿Contentos? Nada en absoluto. Si alguien va a tener que
pagar ese rescate vamos a ser nosotros y, en verdad, puestos a disponer de tal
cantidad de dinero, a mí se me ocurrirían cosas mejores en que gastarla. Cien
mil millones de euros. Con ese dinero y lo que llevan ya recibidos los bancos y
cajas de ahorro ya deben ir cerca de 130.000 millones de euros. Si hay un
adjetivo que puede calificar esa cifra es “Astronómica”. 130.000 millones de
euros costó el programa espacial que se desarrolló en Estados Unidos durante toda
la década de 1960 y llevó, al final de la misma, a un hombre a poner el pie en
la Luna. 130.000 millones de euros de hoy, algo más de 25.000 millones de
dólares de aquel momento.
Con 130.000 millones de euros, Kennedy y sus sucesores
llenaron los institutos de Estados Unidos de telescopios, laboratorios de
física, reforzaron los programas educativos de las asignaturas científicas y
tecnológicas, propiciaron el desarrollo de las industrias aeronáutica y astronáutica
y revolucionaron sectores tecnológicos en los que Estados Unidos se convirtió
en líder indiscutible durante todas las décadas siguientes. Hay quien
erróneamente piensa que viajar a la Luna fue un disparate. Disparate es darle
cien mil millones a los bancos españoles. Viajar a la Luna, nos dio la telefonía
celular, las comunicaciones vía satélite, la informática, la tecnología de los
microprocesadores, los chips, los pañales desechables, el GPS y que el hombre
del tiempo no tenga que esperar a que le llamen desde un barco en medio del
Atlántico (¿alguien se acuerda del barco K?) para decirle dónde está el
anticiclón de las Azores.
Con 130.000 millones de
euros se pueden hacer muchas cosas buenas. Pero ninguna de ellas pasa por dársela
a los bancos. Supongo que habrá honrosas excepciones, pero lo cierto es que el
sistema financiero español, ha reducido la riqueza de nuestro país en más de un
diez por ciento durante una crisis que nos descubrió el lado más salvaje de un
capitalismo depredador que se sostiene en la inmoralidad de unos desaprensivos
y en la excesiva benevolencia de un sistema que permite que situaciones como ésta
se lleguen a producir a escala global. Falló la teoría de Adam Smith. La mano
invisible que todo lo regula sin necesidad de leyes, fue tan invisible que no
funcionó. La Unión Europea que limita la producción de leche de nuestros ganaderos
y regula los cultivos en nuestros campos, fue extremadamente condescendiente
con los especuladores, los delincuentes financieros, propició gastos faraónicos
que subvencionó hasta con el 80 por ciento. Y ahora quiere que nos endeudemos
más, cada uno de nosotros, para que los mismos que han llevado el barco a las
piedras se vayan de crucero otra vez.