La "motora" portuguesa no resistió la crisis.
Hace treinta años había un kiosco en la estación de Redondela. Lo recuerdo perfectamente. Era un garito que daba al andén. Podías llegar en el Rías Bajas desde Madrid y en su larga parada de más de veinte minutos te daba tiempo a comprar el periódico en el kiosco y luego desayunar generosamente en el restaurante. Por fortuna, el restaurante existe todavía. Debe ser la única estación de la red ferroviaria española en la que se puede comer decentemente y a buen precio: pulpo, calamares, un amplio surtido de empanadas y, cada viernes, cocido. Pero ¿Y el quiosco? Pues se fue. Supongo que para tener que evitar la agonía de ver cada vez menos cabeceras de periódicos que vender. La estación de Redondela ha sido testigo en estos treinta años del cierre de tantos periódicos como de la desaparición de trenes. En este mes han dejado de existir el único diario en gallego y el único tren que unía la estación de Vigo con Oporto. Qué paradojas: existe un movimiento que se llama Galicia Bilingüe cuyo único objetivo es que se defienda el español frente a la “aplastante” opresión del gallego. Así de memoria creo recordar que había una docena de periódicos en Galicia, de los cuales solo uno estaba escrito en gallego. Hoy, el indefenso y aplastado español gana por once a cero. Cuando el kiosco redondelano vendía ejemplares del Pueblo de Madrid, del Ya, del Pueblo Gallego, de la Hoja del Lunes… veía pasar por delante de sus cristaleras un expreso con el que se podía llegar sin transbordo a París, y un rápido con motores Rolls Royce –lo de rápido era puramente nominal– que nos permitía llegar a Oporto y, desde allí, cogiendo el rápido Foguete, a Lisboa. Todo eso ha desaparecido.
Nunca comprendí muy bien por qué a los periódicos y a los trenes les llamaban medios de comunicación. No les había encontrado un vínculo hasta que me puse a pensar en ese kiosco ya desaparecido. ¿Habrá sido su desaparición un presagio, un mal augurio? Siete mil periodistas en el paro en los últimos cinco años y unos cuantos trenes menos dicen que sí.
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