![]() |
El viaducto estuvo en servicio hasta 1970 ©F.J.Gil |
Los viaductos ferroviarios que cruzan el cielo de Redondela
son, desde hace más de un siglo dos iconos indisociables a esta localidad,
hasta el punto de que muchas veces se la denomina la Villa de los Viaductos.
También podríamos llamarla la Villa del Choco, por su equipo de fútbol y, sobre
todo, por la veneración que se tiene a estos cefalópodos que fuera de Galicia
reciben el nombre de sepias y que aquí son conocidos como chocos. En torno a
los viaductos se cuentan dos historias: la primera es la influencia o la
autoría de Eiffel en alguno de ellos. La segunda, la figura de un supuesto
ingeniero italiano llamado Pedro Floriani que tuvo algo que ver en la
construcción del más antiguo y que se tiró de él porque no le pagaron su
trabajo.
Vamos con la primera. En numerosas páginas de Internet he
visto asociada la imagen de dichos viaductos a la figura del ingeniero francés
Gustavo Eiffel. Nada más lejos de la realidad. Eiffel no tiene nada que ver con
los viaductos redondelanos. Aprovecho esta entrada para despejar las dudas que
al respecto de esa cuestión se están sembrando por ahí y para recordar la
historia del primero de los viaductos, el que ahora está en desuso. En una
entrada posterior hablaré del “moderno”, también conocido como viaducto “Pontevedra”.
Postal del viaducto de principios de siglo XX |
El primer documento en el que se recoge esta infraestructura
ferroviaria es la “Memoria del trazado obras de arte: viaductos y túneles”, del
ingeniero Francisco Javier Boguerín, nacido en Madrid el 1 de diciembre de 1824
y fallecido en la misma ciudad el 2 de julio de 1886. Boguerín, además de
ingeniero de caminos estaba afiliado al partido Conservador y fue dos veces
diputado a Cortes, representando al distrito de Redondela.
El proyecto de los tramos metálicos fue realizado y
ejecutado por Parent Schaken Hovel & Caillet, luego renombrada como
Compagnie des Fives Lilles. Eiffel no trabajó nunca con esta compañía. Todo lo
contrario, la empresa de Eiffel y la de Fives Lilles fueron competidoras en
muchos proyectos ferroviarios. Como anécdota, podemos decir que la compañía que
construyó la estructura metálica del viaducto Madrid construyó e instaló los
ascensores de la Torre Eiffel. Ésa es toda la relación que existe entre Redondela
y Eiffel.
El viaducto más cercano que existe a Redondela y que lleva
la firma de Eiffel se encuentra en Viana do Castelo, cruza el río Lima (Limia
en su curso gallego) y fue inaugurado el 30 de junio de 1878, gracias al cual,
el ferrocarril llegó a Valença do Minho. Para cuando Eiffel fue a Viana do
Castelo, las obras de Redondela ya estaban avanzadas. ¿Pudo haber visitado
Eiffel el viaducto de Redondela cuando fue a Viana? Es posible, pero es un
hecho que no está documentado.
Las obras del viaducto redondelano se prolongaron entre 1872
y 1876. El 30 de junio de 1876 pasó la primera locomotora
sobre el viaducto, fecha que se da como la oficial para su “estreno”. En agosto de 1877, el viaducto asombraría al rey Alfonso XII, quien llegó a Redondela procedente del castillo de Soutomaior para tomar el tren a Vigo, ciudad en la que permanecería cuatro días. Unos meses más tarde se llevaron a cabo las pruebas de resistencia del viaducto, haciendo circular y parando en el mismo un convoy formado por una locomotora y 22 vagones cargados de hierro.
El viaducto Madrid tiene una longitud, en su parte metálica,
de 256 metros, a los que hay que sumar los tramos de acceso a ambos extremos construidos sobre arcos de cantería, con lo que la suma
supera los 410 metros de longitud, . La
estructura metálica construida a modo de viga, sostiene la plataforma o tablero
sobre la que se encontraba la vía férrea. Para salvar el valle, este entramado
de celosía de hierro es soportado por cuatro grandes pilares de cantería que
dejan cinco vanos, cuatro de 51 metros de luz y el central, de 52.
El viaducto permaneció en servicio durante más de noventa
años, desde su inauguración en 1876 hasta que en 1971 se cerró definitivamente
por ser sustituido por la variante actual que toman los trenes al salir de
Redondela camino de Porriño y Ourense.
Un fantasma llamado Pedro Floriani
El otro mito que desde hace más de medio siglo se cuenta en
Redondela es la del ingeniero Floriani al que le dijeron que el viaducto no
servía y se suicidó. Se han escrito ríos de tinta y se ha polemizado mucho sobre
esta cuestión. No hay ningún documento que respalde esa teoría, ni se tiene
noticia de ningún ingeniero italiano que participase en la redacción o en la
construcción de este proyecto. Frente a esa ausencia de cualquier indicio
documental, existe la declaración de una nieta del mismo. María Dolores
Floriani me contó en 1998 que Pedro Floriani había nacido en Turín y se había
casado en Coímbra con Joaquina Anacleto y que llegó a Redondela en 1868 para
trabajar en la construcción del viaducto. La nieta de Pedro Floriani añadía que
a ella le habían contado que su abuelo había sido discípulo de Eiffel o había
trabajado con dicho ingeniero francés con anterioridad a llegar a Redondela.
Concluía su narración con la parte dramática de la historia: no le pagaron el
trabajo, diciéndole que el viaducto no iba a funcionar nunca y se arrojó desde
el mismo en un intento frustrado de suicidio ya que sobreviviría a la caída
aunque quedando malherido. Muy dañado por las lesiones y paralítico, viviría el
tiempo suficiente como para ver pasar la primera locomotora por el viaducto.
Luego sería enterrado en el cementerio de Lérez, en Pontevedra. Un bisnieto de
Floriani vivía en Arcade (Soutomaior) cuando su tía María Dolores contaba esta
historia que él también conocía. El hecho cierto es que existió Pedro Floriani
y que hay una declaración de un familiar directo que dice que trabajó en el
viaducto. ¿Era ingeniero? Es posible. Los ingenieros y arquitectos extranjeros
no podían firmar sus obras en España. Tenemos un caso semejante en Vigo con
Michel Pacewicz. El arquitecto francés de origen polaco que es autor de
edificios como la Escuela de Artes y Oficios de Vigo o El Moderno, no firmó ni
uno de sus trabajos. Ni los de aquellos proyectos que le encargaron en París y
diseñó allí para proyectarse en Vigo, ni los que luego pudiera hacer en Vigo.
Bien es cierto que Pacewicz pasó los último años de su vida en Vigo, donde
disfrutó del reconocimiento por su trabajo apócrifo. Sin embargo, durante
muchas décadas, hasta que comenzó a rehabilitarse su figura tras las
investigaciones y publicaciones realizadas por arquitectos como José Antonio
Martín Curty o Jaime Garrido en la década de 1990, la figura de este técnico
francés de origen polaco era todo un misterio.
Pero volvamos Floriani. Las tradiciones
orales, van cambiando en su transmisión de una generación a otra y también es
posible que simplemente fuese uno de los muchos subcontratistas que realizaron
las obras del ferrocarril entre Vigo y Ourense y a los que no se les pagó su
trabajo. No sería ni el primero ni el último.
No sabemos si Floriani trabajó realmente como ingeniero por
encomienda de la Compagnie des Fives Lilles en las obras de la estructura
metálica del viaducto “Madrid”, o si fue un subcontratado para cualquiera otra
parte del desarrollo y ejecución del mismo o para otro tramo del trazado entre
Vigo y Ourense. Las fuentes son imprecisas, aunque directas: una nieta, a quien
se lo habría contado su padre, que debió vivir de muy niño la traumática
experiencia del intento de suicidio de su progenitor. La transmisión oral ha
sido aceptada como fuente de documentación en muchas historias que hoy son
aceptadas por buenas.
Sabemos que existió, que ese era su nombre, que tuvo
relación con la construcción del ferrocarril en Redondela a donde llegó en 1868,
que se tiró del viaducto porque no le pagaron y quedó inválido y que murió
después de ver pasar el tren por el mismo. Hay, por lo tanto, una parte de
leyenda, pero otra de realidad. Sabemos más de su realidad que de otras
realidades que se han dado por buenas, como por ejemplo que Mendiño era de
Redondela, o incluso que Mendiño era su nombre o que fue poeta o trovador o
juglar o que existió. De Mendiño o Meendinho, la única certeza que existe es
que un copista puso esa palabra, que puede ser un nombre o cualquier otra cosa,
al pie de una cantiga de amigo que habla de la isla de San Simón. Con ese único
dato incierto como base se han escrito numerosas tesis doctorales, docenas de
libros, se le dedicó un año el Día das Letras Galegas, se puso su
nombre a un instituto, a varios colegios, a calles, librerías y se le rinde reconocimiento público como
redondelano que contribuyó al nacimiento de la lírica gallego portuguesa.
La historia de Floriani, no cabe duda de que tiene parte de
leyenda consecuencia del desgaste de la realidad a lo largo de los años en
aquellos hechos que no quedan documentados de manera rigurosa. Pero ¿qué tiene
de cierto la Coca para merecer un festivo en Redondela y todo un compendio de
danzas y procesiones? ¿Dónde está la partida de nacimiento o de defunción de
Xan Carallas, al que se atribuye la fundación de Redondela? Y ahora, dejando las
bromas aparte ¿Quién puede demostrar fehacientemente que el hijo del Zebedeo
fue traído por sus discípulos desde Jaifa en una barca de Piedra hasta Padrón y
luego llevado en un carro tirado por dos toros bravos prestados por la Reina Lupa hasta el campo de estrellas
sobre el que se fundó la ciudad y la catedral que lleva su nombre y sobre el que se asienta todo el
mito jacobeo?
Para mí, el viaducto
Madrid, siempre será el Viaducto Pedro Floriani. Y me alegro de que el claustro de profesores de un instituto de Redondela convencieran a la corporación municipal en 1998 para que ese centro docente llevase el nombre de Pedro Floriani.
Restauración
Los presupuestos del Estado de 2012 han incluido una partida para la restauración del Viaducto Floriani, una larga reivindicación no solo de los vecinos de Redondela sino también de los amantes de la arqueología ferroviaria. Con ello se pondrá fin al inexorable deterioro que viene sufriendo desde hace décadas y que obligó a colocarle una red para evitar que los fragmentos de hierro pudiesen caer sobre las cabezas de algún viandante.
Restauración
Los presupuestos del Estado de 2012 han incluido una partida para la restauración del Viaducto Floriani, una larga reivindicación no solo de los vecinos de Redondela sino también de los amantes de la arqueología ferroviaria. Con ello se pondrá fin al inexorable deterioro que viene sufriendo desde hace décadas y que obligó a colocarle una red para evitar que los fragmentos de hierro pudiesen caer sobre las cabezas de algún viandante.