Renfe hizo un doble estreno el pasado mes de junio. Por un lado, los trenes híbridos, una especie de pastiches que tienen como mérito recorrer tramos de alta velocidad, y líneas convencionales sin cambiar de locomotora y que desde entonces prestan el servicio de rápido diurno desde A Coruña y Vigo y Pontevedra hasta Madrid y viceversa. Por otro un servicio interregional entre Vigo y Madrid, pasando por Monforte, Venta de Baños, Medina del Campo y Ávila. Los chicos del departamento de marketing de Renfe les han puesto el nombre de Alvia e Intercity a tales trenes y suponen un cúmulo de despropósitos, a cada cual peor.
Por ejemplo. El intercity en realidad es la resurrección del viejo tren correo, con parada en todas las estaciones, que se inauguró en la segunda mitad de la década de 1880 y mantuvo su servicio durante casi cien años. La última vez que lo cogí se llamaba Tren Postal Galicia Asturias Madrid Vigo, a finales de la década de 1970 y tenía la grandísima ventaja para mí, que cogía el tren no para ir a un sitio o a otro sino solo para disfrutar del viaje, que era lentísimo: paraba en todas las estaciones cargando y descargando paquetes y sacas de correo. Desde Guillarei a Vigo necesitaba casi una hora y a veces más. Hoy, ese servicio está prestado por una moderna unidad eléctrica de la serie 449, capaz de alcanzar una velocidad de 160 kilómetros por hora, gracias a lo cual el viaje, con paradas en todas las estaciones y la mayoría de los apeaderos, se despacha en diez horas y 20 minutos. Este servicio impropiamente llamado Intercity (comercialmente esa denominación se empleó durante años para señalar los rápidos diurnos y casi directos entre ciudades, es decir todo lo contrario que este tren), es en realidad un servicio interregional que conecta ciudades y villas que de otro modo no tendrían una relación ferroviaria coherente: por ejemplo, viajar de Vigo a Ávila o a Arévalo (si no coge con retraso se puede llegar a tiempo a comer un cordero) o una de las relaciones ferroviarias más largamente demandadas, más de cien años: la conexión Vigo-Valladolid. Sin duda, esta nueva oferta ferroviaria es un gran acierto de Renfe. Entonces, ¿dónde está la crítica? Pues en los precios. El precio es desproporcionado para un tren con paradas en todas las estaciones. Un tren lento no puede ser más caro que un rápido. En cambio, si un viajero que sale de Vigo quiere ir a Palencia, le resulta más barato coger el Rápido de Bilbao que este tren. ¿Por qué? Los designios de los cerebros comerciales de Renfe son inescrutables.
En cuanto al Talgo Híbrido, es un disparate carísimo que pagan todos los usuarios de Renfe, para compensar que el coste de su puesta en marcha no se repercuta en los viajeros de este servicio a Madrid. ¿Será por eso que sale tan caro ir en el interregional, que es un tren ecológica y económicamente sostenible como en este disparate de engendro mecánico?
A grandes males, los de grandes líneas, grandes remedios. Es para llorar.
El interregional a su paso por la estación de Frieira. ©F.J.Gil. |
Por ejemplo. El intercity en realidad es la resurrección del viejo tren correo, con parada en todas las estaciones, que se inauguró en la segunda mitad de la década de 1880 y mantuvo su servicio durante casi cien años. La última vez que lo cogí se llamaba Tren Postal Galicia Asturias Madrid Vigo, a finales de la década de 1970 y tenía la grandísima ventaja para mí, que cogía el tren no para ir a un sitio o a otro sino solo para disfrutar del viaje, que era lentísimo: paraba en todas las estaciones cargando y descargando paquetes y sacas de correo. Desde Guillarei a Vigo necesitaba casi una hora y a veces más. Hoy, ese servicio está prestado por una moderna unidad eléctrica de la serie 449, capaz de alcanzar una velocidad de 160 kilómetros por hora, gracias a lo cual el viaje, con paradas en todas las estaciones y la mayoría de los apeaderos, se despacha en diez horas y 20 minutos. Este servicio impropiamente llamado Intercity (comercialmente esa denominación se empleó durante años para señalar los rápidos diurnos y casi directos entre ciudades, es decir todo lo contrario que este tren), es en realidad un servicio interregional que conecta ciudades y villas que de otro modo no tendrían una relación ferroviaria coherente: por ejemplo, viajar de Vigo a Ávila o a Arévalo (si no coge con retraso se puede llegar a tiempo a comer un cordero) o una de las relaciones ferroviarias más largamente demandadas, más de cien años: la conexión Vigo-Valladolid. Sin duda, esta nueva oferta ferroviaria es un gran acierto de Renfe. Entonces, ¿dónde está la crítica? Pues en los precios. El precio es desproporcionado para un tren con paradas en todas las estaciones. Un tren lento no puede ser más caro que un rápido. En cambio, si un viajero que sale de Vigo quiere ir a Palencia, le resulta más barato coger el Rápido de Bilbao que este tren. ¿Por qué? Los designios de los cerebros comerciales de Renfe son inescrutables.
En cuanto al Talgo Híbrido, es un disparate carísimo que pagan todos los usuarios de Renfe, para compensar que el coste de su puesta en marcha no se repercuta en los viajeros de este servicio a Madrid. ¿Será por eso que sale tan caro ir en el interregional, que es un tren ecológica y económicamente sostenible como en este disparate de engendro mecánico?
A grandes males, los de grandes líneas, grandes remedios. Es para llorar.
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