Jugar en bolsa. El propio verbo lo explica todo. No se trata
de invertir, ni de ahorrar, sino de jugar. Un viejo amigo me contaba hace ya un
par de décadas que en España había tanto jugador en bolsa porque era el único
lugar al que podían acudir los ludópatas a quemar su dinero en un país en el
que estaban prohibidos los casinos y el juego.
Dicen que quien se arma de paciencia suele recuperar el
dinero perdido cuando las cosas vienen mal dadas en el mundo bursátil. Pero eso
no va les va suceder a los accionistas de Pescanova, a quienes se les anuncia
que van a perder todo lo que tenían invertido en títulos de la compañía
redondelana. Por ejemplo, Ferrán Adriá poseía a principios de 2013 algo más de
medio millón de euros en acciones de Pescanova. Si lo hacía pensando en
ahorrar, le ha salido el tiro por la culata, ese patrimonio se le ha quedado
como la cocina que practica: deconstruido. Más bien, destruido, es decir, se ha
esfumado.
No juego a bolsa. Cualquier casino me parece mucho más
seguro, más decente. Al menos sabes contra quién juegas, no hay tiburones ni
brokers ni especuladores. Tampoco hay una Comisión Nacional del Mercado de
Valores que no ha servido para garantizar la seguridad de los inversores, pese
a que ese es su principal cometido. No sirvió en el caso de Bankia ni en el de
Pescanova. En los casinos tampoco hay, sentados a la ruleta, empresas
auditoras, esos chicos de traje y corbata que se supone que vigilan para que
las cuentas de las empresas sean las que dicen que son y no otras. ¿Os acordáis
de Arthur Andersen? Era la de más prestigio. Los “arturitos” cuando dejaban la
compañía eran fichados con grandes sueldos por bancos y cajas de ahorro. Uno de
ellos tiene que visitar el juzgado cada quince días después de haber pasado por
un alto cargo en Caixanova-Novacaixa por su fabulosa indemnización a costa del
erario público cuando dejó Novacaixa después de haber sido miembro de una corte
de ejecutivos agresivos que dilapidaron el patrimonio de una de las cajas más
saneadas de España. Y lo que es peor, era nuestra, y por su avaricia la
arruinaron y está en venta a precio de saldo.
Pero llegó el escándalo de Enron Corporation y se llevó por
delante la reputación de la consultora. ¿Qué fue de aquellos que trabajaban
allí? Unos marcharon para KPMG, otros para Deloitte... Nunca se aprende de los errores de los demás.
El caso Enron no sirvió de escarmiento ni de ejemplo de que una empresa por muy
auditada que esté puede acabar dando la campanada. ¿Quién auditaba el astillero
Barreras que pasó de dar beneficios un año a ser la ruina de muchas empresas y
proveedores al año siguiente? ¿Quién auditaba Bankia?
No recuerdo cuántos
pequeños accionistas hay en Pescanova. Lo leí en algún periódico pero me
olvidé. Es lo mismo. Serán muchos. También algunos medianos, como sucedió en
Bankia y en otras muchas compañías de las que cotizan en bolsa. Ahora que comienza
2014 sabrán que entre jugar con trileros o con auditoras y comisiones
nacionales del mercado de valores, es siempre mejor hacerlo con los primeros. A
los delincuentes de la calle les puedes mirar a los ojos mientras te roban.
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