Porco Celta, gallego de pura raza. ©Francisco J. Gil
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Si
queremos que se salve, tenemos que comérnoslo. Parece una contradicción,
¿verdad? Pues no. Todo lo contrario. Gracias a un grupo de beneméritos
entusiastas que se han empeñado y han conseguido, volver a poner en el mercado
al Cerdo Celta, han librado a esta raza del abismo de la extinción.
Una
parte importante de ese esfuerzo empezó en Beariz, en plena Terra de
Montes, una comarca que hermana las provincias de Ourense y Pontevedra.
La
vida del Porco Celta es placentera, hozando por los bosques, comiendo castañas,
bellotas y todo lo que encuentran por el camino. Tiene una alimentación natural, no está encerrado y puede ramonear por los arbustos que nacen a su
alrededor. Eso, sin duda, se transmite en el sabor y la textura de su carne
excepcional.
Ésta es una raza con libro genealógico en el que se escribe su
historia desde el año 2000. El Porco Celta recupera un modelo de cría
tradicional, natural, sostenible y, lo que es mejor de todo, con una calidad que
alcanza la excelencia.
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