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1.800 millones para una línea que apenas tendrá clientela, mientras se dejan morir otras que tendrían más éxito. |
No os preocupéis. No voy a recordar aquel programa dedicado
a las fuerzas armadas que tenía la televisión española en los años sesenta.
Este artículo habla del presente. La crudeza con la que el tándem Merkozy
quiere estrangular al resto de Europa, a la de los pobres que en su día se
subieron al carro del euro (Portugal, Grecia, Irlanda, España, etcétera) para
que ajusten sus cuentas disparatadas tiene, desgraciadamente, su justificación.
Y no tenemos que ir a Castellón, para ver cómo hay un aeropuerto que ha costado
una millonada y no tiene vuelos; ni a Cuenca o a Huesca, donde hay trenes con
una tasa de ocupación del seis por ciento. Podemos quedarnos en Galicia y
veremos ejemplos de despilfarros con dinero comunitario, por tierra, mar y
aire.
Por aire: ahí está
el perfil del Gaiás. Ejemplo del faraonismo que imperó en la década de
1990. La ciudad de la cultura es un agujero sin fondo de millones de euros,
cuya construcción está parcialmente subvencionada por Bruselas. El resultado será
una infraestructura cultural fastuosa para la que no existen recursos con los
que mantenerla. Edificios fantasma, hemos gastado el dinero porque nos lo
regalaban para hacer algo inútil e imposible de mantener. Pero está claro que
en su delirio, alguien quiso que su nombre quedase inmortalizado como el de
Gelmírez cuando culminó la catedral en el siglo XII.
Por mar: El puerto
Exterior de A Coruña. presupuestado en algo más de 470 millones de
euros va a costar, realmente, mil millones. A Coruña quiere competir con Vigo y
Ferrol, pero serán los ingresos de los puertos a los que quiere usurparle
tráficos los que tendrán que sufragar el sobrecoste tan desproporcionado. El
verdugo les cobra a sus víctimas las balas con las que los va a ejecutar. El
puerto exterior costará el doble que la faraónica ciudad de la cultura
compostelana.
Por tierra. El
falso AVE Santiago Ourense. Desconozco cuál será su coste final, pero
en inicio el trazado estaba presupuestado en 1.800 millones de euros. Los
vecinos de Ourense y Santiago están de media enhorabuena. Pueden viajar entre
Santiago y Ourense en tan solo 38 minutos. Cada uno de los cincuenta y seis
minutos que se ahorran con respecto al tiempo anterior por la vía convencional
nos cuesta la friolera de 32,15 millones de euros. Eso lo pagamos todos, los
que viajaremos y los que no. Si la inversión hubiese sido realizada entre
Ourense y Lubián o entre Lubián y Zamora, el beneficio sería para todos los
gallegos que acortarían el tiempo de viaje con Madrid. Pero no fue el caso. Ahora viene la segunda pregunta. ¿Qué viajeros
están dispuestos a pagar más del doble de lo que cuesta un viaje normal entre
Ourense y Santiago para hacerlo en trenes de alta velocidad? La mayor parte del
tráfico de viajeros entre ambas ciudades lo forman estudiantes. Los de las
villas intermedias ya quedan desestimados y los de las ciudades cabecera ¿están
dispuestos a pagar el sobreprecio? ¿En tan alto valor estiman su tiempo que
aceptarán pagar casi el doble que por ir en el tren normal?
Todavía hay aspectos más sangrantes. Veamos: hacer el viaje
entre Santiago y A Coruña en 38 minutos en un tren de media distancia cuesta
5,05 euros. Si invierte 34 minutos, es decir cuatro menos, el precio sube un
euro. Por hacerlo en 28, es decir, seis minutos menos, el precio es de 10,5
euros. Y todo, por ir por la misma vía. ¿Cuántos clientes ganará el ave entre
Santiago y A Coruña por seis minutos?