El
fundamento del ferrocarril, dos carriles de hierro o de acero montados en
paralelo sobre una infraestructura de traviesas y balasto tiene carácter universal.
No sucede lo mismo con la distancia entre ambos carriles, lo que denominamos
ancho de vía y que en algunos países de América Latina definen como trocha. La
diversificación de medidas, carente de importancia en los comienzos del invento
del ferrocarril, con el paso del tiempo resultaría un obstáculo para facilitar
el paso de los trenes por las redes de diferentes administraciones
ferroviarias.
Juan Subercase Krets |
Argumentaban,
al igual que había hecho Brunel, que un mayor ancho de eje permitiría
conferirle a las locomotoras españolas la potencia adecuada para poder afrontar
una orografía muy irregular en el trazado de la futura red ferroviaria
española.
George Stepehnson. |
No obstante, conviene desmentir la idea todavía persistente de que en España el distinto ancho de vía se debió a razones de defensa. No fue el miedo a una invasión la que determinó la cuestión, pese a que Juan Subercase había vivido la ocupación napoleónica. En España hubo ocasiones para cambiar el ancho de vía a lo largo de la historia, un procedimiento que, no resultaría complejo aunque sí costoso ya que implicaría cambios importantes en el material rodante. Y de hecho, se hizo: Renfe, rebajó cuatro milímetros el ancho de los 1.672 milímetros originarios a los 1.668 actuales, pocos años después de su constitució como compañía estatal. Y desde la década de 1980, todos los cambios de traviesas en la red ferroviaria española convencional se hacen por las denominadas traviesas polivalentes, en las que se pueden ajustar los carriles al ancho normalizado europeo de 1.435 mm, con solo cambiar de posición el carril. Una medida que no se ha tomado todavía. Las líneas de alta velocidad en cambio, sí se trazan ya con el ancho europeo, con la excepción de las que se han construido en Galicia, donde siguen siendo de ancho ibérico.
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