sábado, 6 de octubre de 2012

El Ferrocarril Central de Galicia





A Estrada hoy. ©F.J.Gil.
Los ferrocarriles que nunca llegaron a consumarse en Galicia suman un total de 868 kilómetros, una cifra realmente importante si consideramos que entre las líneas de vía ancha y la de vía estrecha, los que actualmente prestan su servicio suman algo más de 1.100 kilómetros.

De entre ellos, hay uno que, de haberse materializado más allá del papel, habría cambiado radicalmente la estructura económica y demográfica de Galicia: el Ferrocarril Central de Galicia, que hacía la conexión directa entre el litoral de las Rías Baixas y la Mariña luguesa. En ese recorrido, que iniciaría su trazado desde Redondela o desde Pontevedra, según distintos proyectos, rompería el aislamiento de las comarcas montañosas de Pontevedra con su litoral natural y permitiría el acceso directo desde Vigo a las tierras de A Estrada, Lalín y Lugo con todas sus áreas de influencia.

 

El punto de partida de este ferrocarril fue un proyecto auspiciado, entre otras instituciones, por la Diputación Provincial de Pontevedra y su homónima de Lugo, en los últimos años del siglo XIX y que se concreta con el encargo del estudio y proyecto de un trazado ferroviario que vaya desde la capital de la provincia hasta Monforte de Lemos. Además del natural interés de dichas corporaciones provinciales por ver mejorada la calidad de las comunicaciones de buena parte de su territorio, empresarios y banqueros habían manifestado su apoyo a este proyecto, entre ellos la entidad financiera compostelana Hijos de Pérez Sáenz, más tarde conocida como Olimpio Pérez e Hijos. El interés de los banqueros compostelanos y de buena parte de la sociedad de la referida ciudad se basaba en la paradójica circunstancia de que siendo Santiago la primera ciudad de Galicia que tuvo ferrocarril, éste se había quedado aislado en un mero ramal que llegaba al puerto de Carril. No había conexión con el resto de las ciudades gallegas ni mucho menos con el resto de España. El Central de Galicia abría la opción muy razonable en cuanto a viabilidad y coste económico, de enlazar desde Cornes con A Estrada, mediante un ramal que desde ahí se sirviese de la línea principal entre Pontevedra-A Estrada-Lalín-Monforte o Lugo, según las diferentes propuestas.

 

Primer proyecto

El proyecto se le adjudica al joven ingeniero Ramiro Pascual y Lorenzo en enero de 1897, al año siguiente de haber finalizado sus estudios en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid.

 

El trazado de este ferrocarril se divide en tres tramos y Pascual acomete de manera inmediata el proyecto del primero de ellos entre Pontevedra y A Estrada. Tras los estudios preliminares y sobre el terreno, elabora la memoria que incluye los planos tanto del perfil y trazado de la línea como de los viaductos, túneles y edificios para los apeaderos y las estaciones. La memoria concreta también el presupuesto necesario para afrontar las obras y adquirir el material rodante para la explotación de la primera parte de la línea que suma entre ambas localidades, Pontevedra y A Estrada, un total de 36 kilómetros y su presupuesto asciende a casi tres millones de pesetas, de los que algo menos de medio millón sería destinado a la adquisición de las locomotoras, vagones de mercancías, furgones y coches de viajeros, 290.000 pesetas para las expropiaciones y el resto para acometer las obras, cuya ejecución preveía Pascual en menos de cinco años.

 

El interés que suscitaba esta obra entre las poblaciones que se verían beneficiadas por la misma, especialmente, Cuntis, A Estrada y Lalín, había movido a sus corporaciones locales a participar en los costes de este presupuesto, aportando los gastos necesarios para indemnizar las expropiaciones de los terrenos en sus respectivos términos municipales.

 

Las estaciones estarían situadas en Pontevedra, Perdecanai, Santa Lucía, Cuntis y en A Estrada, a las que habría que añadir un apeadero en Piñeiro.

 

Ramiro Pascual y Lorenzo entregó su memoria en primavera de 1899, dos años después del encargo. Si se cumplieran los plazos que él calculaba, este primer tramo del Central de Galicia podría estar concluido en 1905 y en esa misma década, la primera del siglo XX, el tramo de A Estrada a Lalín y el tercero de Lalín a Monforte.

 

¿Por qué tanto interés en un ferrocarril central? En aquellos momentos las infraestructuras viarias en Galicia eran muy deficientes, lo que privaba de comunicaciones eficaces a la zona más densamente poblada de España. La presión demográfica de las comarcas interiores de la provincia de Pontevedra estaba muy por encima de la media nacional, lo que contrasta con la realidad actual de despoblación. A Estrada era el municipio con más habitantes de la provincia de Pontevedra. Superaba a la propia capital de la provincia en más de un 25 por ciento y a Vigo, hoy la ciudad más grande de Galicia, en un 30 por ciento. Frente a los 24.700 habitantes de A Estrada, según el censo de 1897, Pontevedra tenía 19.986 y Vigo 17.222. Pero Pontevedra tenía tren desde 1884 y Vigo desde 1881. Sin dudas, en el caso de Pontevedra, pudo más su condición de capital de provincia que su demanda potencial,  y en el de Vigo el puerto fue el factor de mayor peso, aunque luego la línea férrea no llegase hasta las instalaciones portuarias como estaba previsto en el pliego de condiciones de la adjudicación.

 

Pero las comarcas más ricas desde el punto de vista agrícola y ganadero (Deza, Trasdeza, A Estrada-Tabeirós) se quedaban fuera del reparto del gran impulsor económico que era el ferrocarril.

 

Los intentos de las instituciones provinciales de Pontevedra y Lugo fracasaron en su intento y el Central no se acometió ni tan siquiera como ferrocarril económico, que era lo previsto en el proyecto de Ramiro Pascual.

 

La Compañía General resucita el proyecto

 

En 1920, con la constitución de la Compañía General de los Ferrocarriles de Galicia se retoma la reivindicación de A Estrada, Lalín y las comarcas interiores de las provincias de Pontevedra y Lugo que habían quedado fuera de la red ferroviaria. Tras las pretensiones de la Diputación de Pontevedra se produjeron nuevos intentos, iniciado el siglo XX, en algunos casos con la participación de empresas y grupos con intereses mineros. Pero quedaron igualmente sobre el papel, prosperando únicamente el ferrocarril minero de Vilaodrid a Ribadeo.

 

Pero volvamos a la Compañía General. En sus reuniones constituyentes, los miembros de dicha compañía afrontan la idea de construir un Central de Galicia que en vez de concluir en Monforte de Lemos lo haga en Lugo.

 

Los nuevos impulsores pensaban en el Central de Galicia  como un ferrocarril secundario pero de carácter troncal puesto que serviría de punto de partida o destino de otros ramales como el que desde Vilagarcía conectaría con A Estrada para seguir en dirección a Lugo, o el que desde esta capital enlazaría con el de Vilaodrid a Ribadeo, de manera que conectaría los dos extremos de Galicia, el suroeste en las Rías Baixas y el nordeste en la ría de Ribadeo. Descartan la conexión desde Santiago por A Estrada porque dicha ciudad ya estaba unida por Redondela con la red ferroviaria española de ancho ibérico.

 

Esa línea troncal tendría un recorrido de 185 kilómetros entre Pontevedra y Lugo y reduciría a la mitad de tiempo el viaje entre Vigo y Lugo, una relación ferroviaria que ya  no se cubre por ningún servicio desde que a principios de la década de 1980 se suspendió el ferrobús Vigo-Lugo que salía de la estación de Vigo a las cuatro de la tarde todos los días y llegaba a Lugo pasadas las diez de la noche.

 

A los 185 kilómetros de trazado troncal habría que añadir los 72 kilómetros de Vilaodrid a Lugo, con el que se quería enlazar, en A Pontenova, con el ferrocarril minero de Vilaodrid a Ribadeo y que supondría sumar otros 33 kilómetros de dicha línea. La gran diagonal ferroviaria gallega sumaría así 290 kilómetros y estaría enlazada con la red de ancho ibérico en Lugo y a poca distancia de arrancar de Pontevedra, ya que en esta capital, entre la estación de vía estrecha y la del ferrocarril de Pontevedra a Vigo había más de 2 kilómetros de distancia y el río Lérez por medio y con el tiempo quedaría también conectado con el Transcantábrico, desde Ribadeo.

 

El Central de Galicia daría salida al mar a una importante producción agrícola y ganadera por el puerto de Marín aunque con los inconvenientes de la necesidad de un transbordo en Pontevedra desde la estación de vía estrecha, en la orilla derecha del río Lérez, ya fuera en barcazas por el río hasta el puerto, ya en distintos medios de transporte terrestres. Del mismo modo, podría estar en los mercados interiores de la península a precios y tiempos competitivos, a través de su enlace en Lugo.

 

El final de una historia
 
Como la Compañía General de Galicia no llegó a existir más allá de su proceso constituyente (si quieres ver el artículo dedicado a dicha sociedad pincha aquí), todos sus planes se quedaron frustrados, y entre ellos éste. A lo largo de la década de 1920 habrá nuevos intentos, siendo los más notables los auspiciados a través del I Congreso de Economía Gallega que se desarrolló en Lugo en octubre de 1925. En 1928, todavía recogen algunos periódicos los intentos de las comisiones formadas por las diputaciones de ambas provincias de presionar al entonces ministro de Fomento, Rafael Benjumea, quien había puesto en marcha dos años antes un ambicioso plan ferroviario, conocido por el nombre de Plan Guadalhorce, en honor a su promotor, a quien Alfonso XIII le había otorgado el título de Conde de Guadalhorce. Las visitas al ministro, recogidas en la prensa, se saldaban siempre con el mismo resultado: los reivindicadores salían altamente satisfechos y esperanzados. Pero lo cierto es que no hubo materialización que justificase dicha esperanza.

 
El ferrocarril central de Galicia es sentenciado con la llegada de la II República y enterrado definitivamente con la dictadura de Franco que se ocupará de concluir el ferrocarril de Coruña a Santiago (1943), de Ourense a Zamora (1957) y de Ourense a Santiago (1958). Como si se tratase de un intento de anular la historia del proyecto de Ramiro Pascual y de las reivindicaciones de la sociedad civil y política de las provincias de Pontevedra y Lugo, el régimen de Franco denominó a la línea de MZOV inaugurada por ellos “El Central de Galicia”, zanjando para siempre la que habría sido una de las principales arterias ferroviarias gallegas.
Material rodante del Central de Galicia sería muy similar a los que se utilizaron en las líneas métricas portuguesas. ©F.J.Gil


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